lunes, 30 de marzo de 2009

Desiertos de Arena y Sal

Nuestro corazón estaba partido por la emociones, salir de Argentina nos daba mucha pena, ya que ha sido un verdadero hogar para nosotros durante más de un mes. Nos hemos sentido afortunados de vivir esta país tan rico en parajes y sobre todo rico en “paisanajes”. Igualmente estábamos ilusionados por los próximos lugares que íbamos a vivir.


Nos dirigimos hacia San Pedro de Atacama, Chile, por el paso de Jama. Se trata de un trayecto por los Andes, donde atraviesas altitudes superiores a 5.000m. El paso de frontera Argentino se encuentra a 4.100m. Al salir del autobús, para hacer los papeles, notábamos esa extraña sensación, la atura, que se apoderó de nosotros durante más de una semana, ya que no parábamos de subir y bajar. La verdad es que la despedida de Argentina fue por lo menos graciosa, el policía que nos selló, cuando le preguntamos por la altura y nos dijo 4.100m, le comentamos “Es que la altura no nos sienta muy bien” y va y nos contesta “Pues agáchate un poquito”, je, je!!!


Tras atravesar más de 120Km de parajes llenos de volcanes aterrizamos en un lugar desértico, el paso de frontera Chileno, entre rayos que veíamos caer y oíamos con toda su fuerza. El cielo rugía, y el viento hacía del lugar un paraje inhóspito. Cuál fue nuestra sorpresa al enterarnos que ese era nuestro destino. Y es que no podemos olvidar que estamos en el desierto de Atacama.

El amanecer en los Géiseres, baños en aguas termales en medio del desierto a -2ºC y a más de 4.000m (son las termas más altas del mundo), el paseo por el valle de la muerte y la puesta de sol en el valle de la luna (este es otro igualmente espectacular que el que visitamos en Argentina, pero en Chile) nos dejan una sensación increíble. Pero más aún con las historias de chamanes que nos cuenta Herman, el conductor que nos lleva de un lado al otro del desierto.



En uno de los lugares en los que nos llevó (la cordillera de sal) había una piedra en la que al subirte, el viento azotaba muy fuertemente, y con la tormenta de fondo, sentías la energía brotar de tu cuerpo. Y la oías. Juanlu y yo nos quisimos sacar una foto (es la de arriba), y mientras nos la hacían sonaban y sentíamos chispas entre nosotros. Alucinante. Lugares sumamente energéticos. Los sentías en tu piel, en el fondo de tu ser, incluso podías olerlos.

Seguimos viendo y oyendo hablar de Pachamama (llamada Patajuiri en Chile) y nos sigue emocionando ver los montículos de piedras y empezar a conocer más sobre ellos. No sólo son reverencias a la Pachamama, si no que sirven como referencia en medio del desierto para los pastores. Igual en su base hay alimentos que entierran como ofrendas, que un futuro también pueden ser útiles. El Valle de la luna nos dejó, de nuevo, con la boca abierta (no para de caérsenos la baba). Su belleza es única e indescriptible. En ese lugar el silencio del mundo vuelve a hacerse latente.

Desierto Atacama

Las piedras hablan
de crear Apachetas,
las tormentas descargan
corrientes eléctricas.

En el Valle de la muerte
la vida se siente más cerca,
en el valle de la luna
la puesta de sol de contempla.

La cordillera de sal
tiene fe en que el mar vuelva,
y los volcanes nevados
proveen de agua a la Atacama desierta.


Fue por estos lugares donde empezamos a ver en abundancia llamas. Animales con los que pastorean por todos los andes. De hecho la carne de llama está riquísima ya que no tiene grasa. Su lana sirve para ropas. A ellas los pastores les ponen pompones de colores para hacer ofrendas de nuevo a la gran Pachamama, y estos a la vez les servían para diferenciarlas de entre las de otras pastores. Todo ello hace que nos empecemos a enamorar de este precioso animal de las alturas.
Salimos pronto de San Pedro ya que al ir con nuestros nuevos compañeros debemos seguir su ritmo, y esto nos emociona. Entramos en Bolivia de nuevo por los Andes, y es allí, en el mismo paso de frontera en donde nos montamos los 5 en un 4x4 conducido por Octavio, un colchaqueño, que será nuestro guía, compañero y amigo durante tres largos e intensos días que dura la travesías hasta llegar al Salar de Tunupa, conocido popularmente por Salar de Uyuni.

El trayecto dio comienzo por laguna Blanca, en la que nos deslumbraron sus reflejos de las montañas. Lago verde, baños termales, laguna colorada. Dormimos en Villamar una pequeña aldea a 3.800m en la que no había luz eléctrica tan solo 2 horas al día. Octavio nos cuenta en todo momento historias sobre los lugares por los que pasamos, que nos hacen ver que, más allá de su belleza, esconden una fuerza muy respectada por sus habitantes, y que da pie a mitos que explican lo inexplicable de estos lugares.

Todo los caminos son como aquí dicen off-road, pasamos por ríos, pedruscos, arriba, abajo, por parajes indescriptibles, y poblaciones tímidas que huyen ante nuestra presencia. Ves como cierran los pocos comercios que hay, con tal de no tener que hablar contigo. La compañía tanto de los españoles como de Octavio hace del trayecto algo realmente mágico. Compartimos canciones, historias y “coca” (por aquí el mejor remedio para la altura es mascar esas hojas de coca a un lado de la boca, su sabor es un tanto amargo, y su olor se vuelve característico de la personas de la zona que viven en altura, siendo la única forma de poder trabajar).

Por fin llegamos al inmenso salar (es complicado describirlo). Se trata de una vasta extensión de 120.000km2. El suelo, de sal, es duro y tan blanco que cuesta mirarlo. No existen las carreteras. Los coches van por donde quieren, pasando minutos sin que parezca que hayas avanzado lo más mínimo. Su áspera y llana morfología impedía que te pudieras acomodar sobre sus tierras. No podíamos parar de mirarlo y de tocarlo intentándonos explicar cómo puede ser que ese lugar exista, y el porqué del mismo, que los lugareños te explican de la siguiente forma:


Salar de Tunupa (Uyuni)

La montaña madre Tunupa
viendo que sus tres hijas
se morían de hambre
vertió sobre la inmensa llanura
leche cargada de sales.

Sus reflejos se pierden en la locura
penetrando a través de Puerto Chuvica
a las más basta extensión de minerales
conocida a gran altura
y sembrada de blancos cristales.

Una isla en mitad de la esperanza,
añoran sus secas orillas
los baños de un mar distante
del que solo quedan restos de espuma
y fábulas contadas por sus habitantes.



La mujeres con sus polleras (faldas típicas) te hacen ver que realmente estas en otro lugar. Esas largas trenzas con sus pompones, y los sombreros, que fuera de ser tan solo ornamentales, notas su necesidad por el fuerte sol que azota el lugar. Colores, rasgos, miradas y gestos que te muestran que llegamos a Bolivia, que maravilloso país!!!!


Fue aquí, en Uyuni, donde Carlos y Alberto se despidieron de nosotros para continuar su viaje de nuevo por Argentina. Fueron unos días maravillosos chicos. Gracias por esos momentos compartidos que no olvidaremos fácilmente. Os sentimos intensamente y sé que vosotros a nosotros también. A vosotros va dedicada esta foto de fuerzas especiales con nuestro compañero Octavio.


Colo, Juanlu y yo continuamos dirección a Potosí, famoso por haber tenido la mayor mina de plata de la historia. Usurpada por los españoles, y aun en pie, nos atrae enormemente, pese a sus 4.060m de altitud de media en la ciudad, pero esto es parte de otra historia.

Un beso enorme a todos, y mil gracias por seguirnos.

Cris y Juanlu
Massaleros Vuelta al Mundo

jueves, 26 de marzo de 2009

La gran Pachamama

Muchas son las emociones que hemos vivido estos días, y que esperamos poder llegar a transmitiros. Tal y como os contábamos nos dirigimos a Salta, en la zona norte de Argentina. Allí aterrizamos en un Hostel que se convirtió en un hogar durante una semana, por un lado gracias a Sebas, el dueño del Hostel, y el espíritu que este transmitía. Y por otro lado por la gente con la que nos encontramos allí. Tres andaluces, Carlos, Colo y Alberto, que se convirtieron, como más adelante podréis ver, en geniales compañeros de viaje; una pareja de peculiares italianos, Thomas y Fabio; un francés llamado Gregory y una pareja vegetariana, que le daban un toque al lugar. Con todos ellos organizamos el primer día, nada más llegar un buen asado y una fiestecita en la que nos relajamos y disfrutamos como enanos durante horas.

Alquilamos un coche los cinco españoles para poder explorar la zona de Salta y Jujui, y alucinamos tanto por el lugar como por la compañía. Las quebradas y los valles extasiaban nuestras pupilas. El Valle de los siete colores, creemos que tenía muchos más de siete, la garganta del Diablo, una zona de vértigo… El coche nos dio problemas, por supuesto…se nos pinchó una rueda, y como parte de una aventura más del viaje nos deleitamos entre risas. Pasamos noche en Humaguaca, tras ver Tilcara y Purmamarca.


Los rostros de la gente se tornaban más indígenas, y sus vestimentas eran diferentes. También la timidez de la gente comienza a notarse, dificultando la comunicación con ellos. Igualmente conseguimos entender parte de la cultura de la zona, enterándonos del culto que tienen a la Pachamama, “Madre Tierra” en Quetchua. Se trata de algo más allá de una religión. Se trata del respeto hacia la naturaleza, de no darle la espalda en lugares donde el desierto avanza, y donde se depende tanto de ella para la subsistencia. A ella se le rinde respeto. A ella se le pide permiso cuando se construye una casa o se inician los cultivos de temporada. A ella se le dan las gracias cuando se obtienen de ella sus frutos. Se pueden observar montículos de piedras en multitud de lugares que representan alguno de estos respetos hacia la Pachamama.


Pachamama


Te piden permiso,
te dan las gracias,
te ofrecen sus bienes
y su esperanza.

Conviven en armonía,
contigo, Pachamama,
les das todo,
a cambio pides nada.

La madre grita,
con sus brazos ensalza,
sangran sus pupilas,
lloran las quebradas
en colores de arco iris
pintados a mano alzada.

Grande Pachamama,
les das todo,
a cambio pides nada.

Madre Tierra que cuida,
Tierra Madre galana,
festejas en la alegría
los hijos que te aclaman.

Sufres las heridas
que te ocasiona la raza humana,
sonríes, Patajuiri,
rencor no les guardas.

Grande Pachamama,
les das todo,
a cambio pides nada.


En uno de los valles que vistamos pudimos observar una frase que decía: “Para el que mira la Tierra sin ver, la tierra es tierra y no más”. Y es cierto, aquí no te quedas indiferente al mirar a la tierra semidesértica y observar el espectro de colores con el que te deleita. Te invade su fuerza.

Fuimos también a Iruya, un lugar en donde no era tanto el pueblo, sino donde este se encontraba enclavado, así como el camino para llegar. Si es que lo queremos llamar camino. La quebrada, enorme, quitaba el aliento, y el bus tuvo que atravesar en multitud de veces el rio que la formaba.


Fuimos en bus ya que nos dijeron que no podíamos llegar en coche y menos mal que nos lo dijeron porque sino no habríamos llegado nunca. Hubo una ocasión en la que el conductor tuvo que coger carrerilla para poder atravesar un tramo de rio que con las lluvias había crecido. Todo el autobús lo aplaudió, motivado por los turistas que no salíamos de nuestro asombro.

En el paisaje se observaban cactus grandísimos, que crecen 1cm por año, y que llegan a ser hasta milenarios, convirtiéndose en espectadores de la vida del lugar.



Por último fuimos a Cafayate, atravesando de nuevo otra Quebrada. Tierras de color rojo intenso y formaciones rocosas, como la garganta del Diablo, el anfiteatro o los castillos nos dejaban asombrados a cada paso. Pensamos que no se podía superar lo visto anteriormente, pero nos equivocamos.


Por la zona hay multitud de artesanos que viven y venden sus artesanías en cualquier punto de la carretera. Este sitio tiene algo mágico de verdad. Por la noche nos conto Sebas que es un lugar energéticamente muy activo y donde los lugareños llegan a creer que hay conexiones con otras dimensiones. Las creencias en este tipo de cosas son muy fuertes por estas zonas, y no sabes porqué, pero una vez que pasas por ellas te crees lo que te cuentan. Y es que hay mucha vida por estos parajes con tan poca vida, tan desérticos.

Motivados por el buen rollo que tenemos con los tres andaluces, decimos ir con ellos a San Pedro de Atacama, para poder ver el desierto de Atacama y poder entrar a Bolivia desde Chile y así entrar en el salar de Uyuni desde esta dirección. Nos dejamos llevar por los sentimientos y nos embarcamos en esta nueva aventura atravesando los Andes, pero de nuevo esto es parte de otra historia.


Muchos besos a todos.

Cris y Juanlu
Massaleros Vuelta al Mundo

jueves, 19 de marzo de 2009

Bajo la luz de la luna

Hicimos nuestra entrada en la provincia de San Juan para llegar al pueblecito de Barreal por una ruta de ripio impresionante. Un valle ubicado entre la cordillera y la precordillera andina, en el que tan solo se divisaban Guanacos (una especie de Llamas que escupen) y Chóiques (como avestruces pero en versión más pequeñas).


Atravesamos el parque natural de “El Leoncito”, una pampa en mitad del valle, se trataba de un lago seco que te dejaba sin palabras. Instintos como el de tirarte al suelo para tocarlo y sentirlo, o el de escuchar el silencio, nos hicieron vivirlo como algo maravilloso.



En medio de aquel desértico paraje llegamos a lo que podríamos llamar un oasis, lleno de verdes árboles frutales y ríos que lo atravesaban. Barreal es un tranquilo pueblo con casas de adobe y gente tranquila y encantadora. En el Hostel en el que nos quedamos no te daban llaves de las habitaciones, aquí todo estaba siempre abierto. En el Hostel, que tenía piscina pudimos disfrutar de un gran asado, ya que el dueño había organizado una excursión, que salía al día siguiente, con sus amigos para ir a la cordillera de los Andes. Iban 5 días con mulas. Imaginaros el ambiente en ese asado con lugareños con los que pudimos intercambiar muchas opiniones, al contarles el viaje que estábamos haciendo. Fue muy enriquecedor.



Una noche decidimos ir al Observatorio Astronómico que hay en el PN de “El Leoncito”, en el pudimos observar a SIRIO, la gran “Vedette” en el cielo del hemisferio Sur (la estrella que más brilla). A través de un telescopio del observatorio nos enseñaron estrellas y planetas. Pudimos ver el anillo de Saturno y dos de sus lunas, estrellas rojas, dobles estrellas…una pasada. Al haber luna llena no se podía ver muchas estrellas, pero si verla a ella. Cuando te asomas por el telescopio la ves tan nítida, tan inmensa y tan luminosa que te deja ciego durante unos minutos, y alucinando durante horas. Pudimos fotografiarla a través del telescopio. En estos lugares en los que estás tan expuesto a la naturaleza la luna se hace sentir muy intensamente, como pudimos ver en otro lugar de la zona, que os contamos ahora.

Por la mañana tuvimos una inaudita experiencia, ya que en el desayuno un temblor de tierra nos sobrecogió. Si, si, un temblor de tierra, por no decir terremoto, ya que estuvo entre 5-6 en la escala de Ritcher y duro unos 15 segundo. El epicentro fue a 15Km de donde estábamos nosotros. Total que la tierra templó como jamás habíamos visto, y todo se movió una pasada. No salíamos de nuestro asombro. La naturaleza se manifestaba constantemente, y la verdad es que en este lugar tuvimos una maravillosa experiencia, tanto por lo que vimos, por lo que sentimos y de nuevo por la gente a la que conocimos.


Nos fuimos dirección Ischigualasto, un parque natural también llamado Valle de la Luna, teniendo en cuenta que había luna llena esperábamos poder visitarlo de noche. Claro que antes para llegar fue todo un Kilombo de autobuses. Efectivamente pudimos hacer una visita nocturna al Valle, el cual nos sorprendió enormemente, y ahora veréis el por qué.

Contratamos una furgoneta entre varios que te llevaba hasta el parque donde pagabas una entrada y se te asignaba un guía (éramos los únicos en el lugar). Se trataba de puro azar el guía que te tocara, y nos habían dicho que podían ser muy malos. Pero para nosotros Américo, era como se llamaba, fue todo un regalo. Para entender todo lo subrealista de la situación que vivimos debemos saber una cosa primero. Este lugar es uno de los más importantes yacimientos de restos arqueológicos de Dinosaurios del mundo. A ello debe su nombre “Ischigualasto” que significa Tierra sin vida en Canana (lengua indígena de la zona). Por otro lado también tiene el nombre de valle de la luna por las formaciones rocosas del lugar. Pues bien Américo comenzó hablando de la formación de la Tierra en el Big-Bang y termino haciéndonos una meditación en medio del parque con la luna llena iluminando el paraje y el silencio del desierto que teníamos a nuestro alrededor apoderándose de nosotros. Paseamos a la luz de la luna por el lugar mientras nos hablaba sobre las energías de los minerales que nos rodeaban. Justo después de la meditación Américo nos dejo algo así como “Si la gente dedicara al menos 5 minutos de su tiempo a escuchar su silencio interior la humanidad sería capaz de vivir en paz”. Dos lágrimas, pero en este caso de verdad, se caían por mis mejillas. Lagrimas de emoción y de gratitud, por el momento vivido. Fue una de los momentos más maravillosos que hemos vivido hasta ahora.


Ischigualasto


Tierra sin vida,
tierra muerta,
tierra de dinosaurios,
tierra desértica.

En el silencio de la noche
las sombras de la luna llena
dibujan las geoformas cambiantes
y el valle que su nombre lleva.

Tierra sin vida,
tierra muerta,
tierra de cuentos milenarios,
tierra de esferas.

Su visita nocturna esconde
los misterios de este planeta,
el poder energéticos de los minerales
recargan las pilas de las mentes despiertas.

Tierra sin vida,
tierra muerta,
tierra llena de vida,
tierra nueva.


Al día siguiente lo visitamos de día, y pudimos ver lo que por la noche se insinuaba ante la tímida luz de la luna. Pudimos percibir en diferentes estratos los colores de los minerales que por la noche simplemente sentimos en nuestra piel. Igualmente nos encanto, lo único malo, es que para no perder la costumbre algo ocurrió. En este caso se rompió uno de los objetivos de la cámara. Parecerá que nos estamos pendientes, pero para nada es así. No paran de ocurrir cosas, que en otra situación sería todo un desastre, pero en estos momentos todo es realmente relativo, son tan fuertes las emociones…



Salimos de la provincia de San Juan deslumbrados por una luna que nos ha vuelto locos, un poco más de lo que ya estamos. Lunáticos del todo, salimos un día de luan llena de Málaga, y dos lunas después ha pasado tanto y nos queda tanto. Estamos felices de verdad, de la buena. Nos disponemos a ir hacia Salta, pero, y para no dejar de ser míticos, ya que nos encanta un poco de romanticismo, eso es parte de otra historia.
Gracias a todos por vuestros comentarios, porque nos encantan.

Cris y Juanlu
Massaleros Vuelta al Mundo

sábado, 14 de marzo de 2009

Mendoza, Vino, Reinas y la Cordillera Andina

Partimos de nuevo, con ganas e ilusión, rumbo a Mendoza. Nada más llegar nos llevamos una gran sorpresa al enterarnos de que llegábamos en las vísperas de la más importante fiesta de la zona: La fiesta de la Vendimia. Sin saber muy bien que significa esta festividad, pero emocionados por poder vivirla, entramos en Mendoza.

Y bueno que tiene este lugar…vinos!!! Es la tierra del sol, los viñedos y las bellas mujeres. Es por ello que no perdemos la oportunidad y nos vamos unas bicis alquiladas a degustar vinos por las bodegas. Romántico, verdad? Pero vaya hartada de bici, 15Km de ida y lo mismo de vuelta, con un sol abrasador.

Aquí los vinos se distinguen por el tipo de uva (Malbec, Cabernet, Sauvignon), fuimos a tres bodegas, en las que nos explicaron todo el proceso de producción y nos dieron a probar algunos de sus vinos. En una de ellas, nos dejaron coger uvas de las vides que aun no se habían recolectado y ciruelas que estaban riquísimas. También nos dejaron comer a la sobra de uno árboles una picadita (como dicen aquí a comer un variado de embutido) que fuimos comprando por el camino (empanadas recién hechas, que son muy famosas por toda argentina y están para chuparse los dedos, queso, pan y salami). Todo ello lo acompañamos con una botella vino que nos dejaron a degustar, de la cual no sobro ni una gota, y también nos dieron a probar el aceite de oliva que producía la misma bodega. Buenísimo. Total que parecía que estábamos como en casa. Fue un día maravilloso.

Mendoza

Mendoza,

ciudad de sol y vino

y de mujeres hermosas

en la fiesta de la vendimia,

en un pase de carrozas,

por la belleza compiten

las uvas y sus diosas.

A lo lejos, los Andes, el Aconcagua,

proveen al valle de magia,

y los canales

distribuidos por sus calles

aprovechan el agua

que de las montañas baja.

Un paseo en bicicleta

por lo viñedos y bodegas

de Maipú y Lujan de Cuyo,

al sur de la ciudad,

degustaciones de sabor puro

y de tierra en libertad.

Y comenzó la fiesta de la Vendimia. Esta es una fiesta popular de toda la provincia de Mendoza. Consiste en que cada pueblo de la provincia presenta una reina, y entre todas ellas es elegida la reina de la vendimia. Hay carruseles en las que las reinas iban en carrozas por toda la ciudad repartiendo todo tipo de productos de cada uno de los pueblos, uvas, melones, latas de melocotón en almíbar, asado de Chivo…de todo y de locos. Ver a una reina tirar melones a la gente nos dejaba sin palabras.

Todo esto la gente lo vive muy intensamente, defienden a sus reinas, y siempre tienen a una preferida. Nos encontramos con un grupo de gente de Las Heras, y al ver una pancarta abandonada allí nos unimos al grupo como si fuéramos uno de ellos a animar a su reina. Se trata de un pueblo de las montañas, y se emocionaron mucho por tener a turistas animando a su reina, y nosotros por entrar en el festejo de la fiesta. Nos hicieron fotos y nosotros a ellos, y lo más bonito fueron los charloteos que nos dábamos entre carroza y carroza con los críos. Nos preguntaban de todo de nuestro país, y ellos nos trasmitían emocionados como es la vida en su pueblo. La verdad es que fue precioso.

En otras de las cabalgatas pasearon cientos de paisanos vestidos con los trajes típicos de la zona, montados a caballo y con carros por todos lados. Con ello pudimos observar más de cerca como se parece la cultura de esta zona de Argentina a Andalucía. Menos volantes, pero por lo demás Andalucía pura. Y la sorpresa vino desde Asturias, ya que nos encontramos con un grupo de gaiteros del centro asturiano de la ciudad que también desfilaban en este carrusel. Iban vestidos con trajes típicos, con el calor que hace aquí. Imaginaros la cara de sorpresa que pusimos, y por supuesto no perdimos la oportunidad de acercarnos a ellos y charlar un rato.

Decimos ir a la zona de la cordillera andina, sin saber muy bien que nos deparaba la misma, ya que no tenemos guía, y la sorpresa fue inmensa. Llegamos a un pueblo llamado Uspallata, que se encuentra al pie de la cordillera andina, y fue allí donde de nuevo encontramos compañeros de viaje. Una pareja de BsAs, Carla y Hova, con los que enseguida hicimos migas y alquilamos una cabaña entre los cuatro. Esa noche nos preparó Hova un asado de “matambre a la pizza”, delicioso, tanto la comida como el seguir charlando con gente de acá y poder intercambiar impresiones y experiencias.

Contratamos a Oscar, un señor del pueblo que tenía de un remix, es decir un coche, y nos llevo a hacer la ruta de “Alta Montaña”. Nos introdujimos por la cordillera andina pasando de los 2.500m a los que está el pueblo de Uspallata hasta llegar a los 4200 en los que se encontraba el Cristo Redentor, un lugar que es frontera entre Chile y Argentina. El lugar es indescriptible, tierra de diferentes colores pintaba un paisaje lleno de una energía muy fuerte. Rojos, marrones, amarillos, y muy poco verde debido al clima del lugar.

Aquí es donde se encuentra el Aconcagua, el pico más alto de todo el continente americano, el cual también pudimos ver. Este pico tiene un glaciar en sus faldas de más de 300m de espesor, y se podía ver desde donde estábamos.

Es también donde comienza el camino del Inca que llega hasta Perú, y donde puedes ver el Puente del Inca, formación rocosa teñida por azufres y fosfatos.

Tuvimos una extraña sensación ya que es la primera vez que estábamos a tanta altura, y una vez que llegamos al Cristo Redentor (4.200m), quisimos subir un poco hacia un lugar para hacer unas fotos y nos dimos cuenta de donde estábamos. El cansancio se apoderaba de nosotros a cada paso. Respiración pausada y movimientos lentos. Nuestros cuerpos necesitan aclimatarse, veremos a ver cuando estemos por Bolivia, pero todo a su debido tiempo. La verdad es que también tuvimos un choque ya que una chica se desmayo de repente junto a nosotros e incluso le llego a dar convulsiones. Finalmente no le ocurrió nada, pero esto te recuerda que no hay que tomárselo a broma y que estas en lugar extraño para tu cuerpo.

Hubo un lugar por el pasamos, y aunque algo triste quisimos parar. En mitad del valle por el que transitábamos había un pequeño montículo en el que muchos andinistas (montañeros), que perecieron en estas montañas, yacen para siempre. Ellos murieron persiguiendo su sueño, viviéndolo, y haciendo aquello que su ser más deseaba. Eso era lo que leíamos en las reseñas del lugar. Y eso era lo que el lugar transmitía. Una serenidad que infundía el mayor de los respetos a la vida, a las montañas, a la naturaleza y a la fuerza que hay que tener para luchar por lo que uno quiere. A todos ellos les dedicamos estas palabras.

Fue un día increíble en el que disfrutamos como niños y sentimos de nuevo la belleza y la fuerza de la naturaleza entrando por todos nuestros poros. Y acompañados de argentinos, no podemos pedir más. Tan solo que se nos perdió nuestro termo del mate, lo cual nos dio mucha pena, ya que ha sido un compañero fiel durante todo el viaje.

Y bueno, ya salimos de la provincia de Mendoza para dirigirnos a San Juan, en concreto al tranquilo pueblo de Barreal, de nuevo nos llevó Oscar, ya que la carretera que conecta entre Uspallata y Barreal no está asfaltada y no podíamos ir en colectivo. Pero de nuevo esto es parte de otra historia.

Cris y Juanlu

Massaleros Vuelta al Mundo