miércoles, 18 de noviembre de 2009

Namaste Annapurnas

Sumergidos dentro de la cordillera del Himalaya (Hogar en las montañas) se encuentran “Los Annapurnas” que en sanscrito significa “Fuente de Alimento, Fuente de Vida”. Y es que en sus faldas, nutridas de ríos de agua lechosa que bajan de sus cimas, se encuentra un valle rico en cultivos y culturas. Desde Besisahar hasta Jomsom, dando la vuelta completa a este monumento de la naturaleza pasamos los últimos 12 días en una experiencia pura y auténtica. Caminando por caminos tan sólo transitados por burros de carga y personas. Serpenteando los campos de arroz listos para su recogida. Pasando por puentes colgantes que ponen los bellos de punta. Y subiendo desde los 800 metros de altura hasta su punto cúspide a 5.416metros, rodeados de picos de ocho miles a nuestro alrededor. A lo largo de la ruta puedes ver como todo va cambiando pero empecemos por el principio.

Como decíamos, comenzamos en Besisahar, a una altura de 800metros, que fue donde nos dejó el autobús que nos traía de Katmandú. Ahí comenzamos a caminar ese mismo día y observamos que a nuestro alrededor las gentes eran aún de cultura hindú. Los saris seguían nutriendo de color los lugares y sus mujeres. Nosotros, con nuestra mochila a los hombros, nos dispusimos a comenzar esta inmensa aventura.

El camino transcurre junto al río Marsyangdi, que será nuestro fiel compañero prácticamente la mitad del trekking, cuando cambiaremos de valle, tras el pase de montaña. Buscamos un Lodge, que es como aquí se llaman a las pequeñas casas que disponen de un lugar para dormir a los caminantes, y también te ofrecen comida. En realidad dormir resulta muy barato, incluso en algunos lugares es gratis, a cambio de que comas allí.

La comida sí que tiene un precio algo más elevado, y así hacen su negocio. Los lugares donde dormir son lo más simple del mundo, un cuarto, normalmente de madera, en el que tan sólo hay un par de camas. Te suelen dejar un cobertor, y menos mal, ya que si algo hay por estosos, y con el saco a parte de la manta, ya que la sensación de frío no conseguimos quitárnosla de nuestras carnes.

El camino continúa por tierras repletas de cultivos de arroz, que están en la época de recogida. Ves los campos llenos de mujeres cortando con la hoz, y colocando lo recogido en hileras perfectas, en sus ahora desnudos campos. También ves como azotan las espigas para sacar el arroz. Nos resulta fascinante ya que con esta parte del proceso, podemos decir, que durante todo nuestro viaje hemos podido observar todo el proceso del cultivo de tan preciado alimento para un mundo que es nutrido de esta planta.

V (Mujeres)

Las mujeres son música

blandiendo el arroz,

las mujeres son las manos

que hablan con la tierra,

las mujeres son la brújula,

las que marcan el son,

las mujeres son los lazos

que anudan la naturaleza.

Nuestra jornada consiste en despertarnos bien temprano, a eso de las 6,30 de la mana y caminar, con algunos descansos para té o alguna fruta, hasta la llegada, a la tarde, a eso de las tres. Es entonces cuando nos paramos, descansamos, y paseamos por los alrededores, si el frío nos lo permite. En este caso no quisimos perdernos la oportunidad y nos metimos en los campos con las mujeres, y nos ofrecimos a azotar con ellas. Sus risas nos llenaban el corazón de alegría, y el sudor cayendo por nuestras frentes nos mostraban la dureza del trabajo.

El lugar donde dormimos esta segunda noche fue Ghermu Phant, en una preciosa casa, llevada por una mujer que cocinaba riquísimo. Como compañeros en el alojamiento, se encontraba una familia alemana compuesta de un chico y una chica, que no distarían mucho de nuestra edad, y sus dos hijas de 3 y 5 años. Ellos llevaban 13 meses viajando por el mundo (habían pasado 5 meses en África) y resultaba fascinante observar la belleza de tan adorable equipo. No pudimos resistirnos a bombardearles a preguntas sobre cómo era la experiencia de viajar con niños, y muchos sabios consejos nos fueron otorgados, quien sabe, je,je.

Proseguimos nuestro camino atravesando pequeños pueblos medievales hechos completamente de piedra. Las mujeres empiezan a llegar faldas a modo de “longis”, y en la cabeza pañuelos atados en tono agitanado. Con frecuencia atravesábamos largos puentes colgantes de una parte a otra de las laderas. Pese a que se repita, uno no consigue acostumbrarse al penduleo que produce el avance de los pasos.

En cada uno de estos puentes colgantes suelen ondear banderas tibetanas, nutriendo de color el entorno. Nos encontramos en zonas muy escarpadas con numerosos desprendimientos por lo que los caminos bajan y suben haciendo que el esfuerzo por avanzar sea más duro y difícil, ya que subes 400 metros y bajas 300, y así continuamente hasta llegar al pueblo de Tal, que será donde pasaremos nuestra siguiente noche. Fue en este momento en el que el cuerpo me dio un aviso. Y es que al llegar estaba tan exhausta que no conseguía entrar en calor. No era más que una llamada de atención, y es que tenemos que mentalizarnos de que hay que hacer bien las cosas. Resulta fundamental una buena hidratación (beber al menos dos litros de agua por persona), hacer descanso cada poco, y tomar un té, ya que le pones azúcar y con ello también ayudas al cuerpo. Los frutos secos, el chocolate. Nos vino muy bien esta toma de conciencia de dónde estábamos.

VIII (Estrellas)

Las montañas sangran piedras,

la tierra del camino brilla,

como si millones de estrellas

yaciesen perdidas,

y las laderas,

entre lágrimas y grietas,

decorasen el planeta

con enormes sonrisas.

Tal (en Nepalí significa Lago), que estaba situada en un pequeño altiplano rodeado de grandiosas montañas, comenzaba a ser más tibetano, y es que ya se empieza a notar esta influencia de forma todavía más fuerte. A la entrada y a la salida del mismo se encuentran una especie de muros llenos de rodillos. Dentro de los mismos hay mantras, es decir oraciones. Debemos pasar siempre dejando los rodillos a nuestra derecha y moverlos en el sentido de la agujas del reloj, con ello lanzas los mantras hacia al viento y se reparten por el mundo.

En este día también fue cuando comenzamos a observar las atrocidades que se comenten con los porteadores, conocidos como “Sherpas” (una de las cuantiosas etnias de las montañas). Y es que al no haber carretera nada más que sendas para personas y burros, las cosas son literalmente cargadas por personas hacia arriba. Y son cargadas a los hombros y sostenidas por las cabezas, y en sus pies tan sólo unas chanclas. Nos llamó mucho la atención unos hombres que portaban unos tubos. Intentamos moverlos en uno de los descansos done coincidíamos los porteadores y nos resultó imposible. Pesaban 75 kilos. Y es así como se ganan la vida. Te ves porteadores llevando maletas a turistas. Pero unos maletones, que da vergüenza. Y yo me pregunto, ¿tanto te va a hacer falta?

Y luego te ves como llevan esas cestas típicas, también tiradas por las cabezas, con troncos de madera y sacos y bolsas llenas de diversas mercancías. Te encuentras una y otra vez con los burros y mulas, que por supuesto también llevan todo tipo de productos. Escuchas el tintineo de sus cencerros y ya sabes que se acercan. Para arriba cargaditos, y para abajo vacíos.

Proseguimos hacia Danaqyu, por caminos literalmente tallados sobre las piedras, y por tramos que se convertían en preciosos bosques de pinos. Por fin pudimos observar nuestro primer pico nevado, y era nada más y nada menos, que el Manaslu, de 8.150 metros de altura, entre él y nosotros, una montaña verde, otra de pura roca y unos cuantos metros de altitud. Impresionante la belleza de su cumbre.

XXI (Bosque)

El bosque llama al silencio,

las hojas marrones sobre el suelo

a la calma.

Los arroyos sabor a cuento,

sueltan lágrimas de hielo

desde el alma.

El tiempo pasa despacio,

los pinos colman de abrazos,

y de magia,

y de sueños.

Para nutrirnos con agua en vez de comprar agua embotellada, que supone la generación de basuras en forma de plásticos (además de que es un producto que tiene que ser transportado hacia arriba en las condiciones antes mencionadas) nosotros llenábamos nuestras cantimploras en los puntos “Agua segura”. Consiste en unos lugares en los que se filtra el agua de los ríos. No sólo resulta mucho más sostenible, si no que estas bebiendo el agua del Himalaya, directamente. El viento, una vez que se oculta el sol entre las montañas, es frío y no parábamos de ponernos capas y capas de ropa para intentar entrar en calor. Además comienzas a ver como las mejillas de los niños se tornan rosadas, casi quemadas por el sol y el frío de la altura.

El siguiente paso nos lleva hacia Chame, el Manaslu sigue siendo fiel compañero de viaje protegiendo nuestras espaldas. Ahí está, siempre que te das la vuelta lo ves más imponente. Cada vez estamos más altos y lo vemos con más fuerza. Los días que nos acompañan son soleados y bien calurosos (no podemos decir lo mismo de sus noches), lo cual hace que la caminata sea amena.

Con este último paso entramos en pueblos verdaderamente tibetanos. Y es que nos encontramos muy cerca de sus fronteras, y la influencia se nota. También hay mucho emigrante que ante el ataque chino en el 1959, partió de su tierra, y no queriendo alejarse de sus sagradas montañas se refugió en estas tierras.

Seguimos viendo banderas por doquier, que nos inspiran. En los tejados de las casa, también ondean banderas verticales, que con el viento suenan batidas como si fueran veleros de las montañas. Realmente alucinante.

Nuestro siguiente punto fue Upper Pisang. No sabría como describir este pueblo tallado en la montaña. Donde ya por la altura no ves árboles, sólo arbustos, de color morrón y rojizo. Donde el viento es tal que las banderas no suenan, truenan, en constante movimiento. Un precioso templo tibetano coronaba el pueblo, y justo enfrente el Annapurna II. Majestuoso, imponente.

El cielo totalmente despejado nos dibuja perfecta su silueta. De sus cimas salen, como si respirara, nubes de hielo, por el batir del viento. Te quedabas hipnotizado mirando tal maravillosa vista. Y por detrás los monjes no paraban de moverse preparando budas de chocolate, ya que al día siguiente había un festival en el templo (se celebraba la primera visita de Buda a Bután). Nos dormimos y nos despertamos con extraños sonidos procedentes de cuernos que salían del templo a modo de rezos.

En este punto puedes elegir entre seguir por debajo, que es lo que suele hacer todo el mundo, o tirar por la ruta de arriba que sube hasta los 3.900 metros, y que, por tanto, supone un buen punto para la aclimatación, ya que duermes al día siguiente en el famoso Manang, a 3.500metros. Nosotros decidimos tirar por arriba, con una inmejorable compañía. Un grupo de españoles, Toño, Jose, Javi, Laia, Clara y Chelo, y Zarela una peruana.

Resultó ser el día más alucinante de todo el trekking. El sol brillaba y el azul del cielo era intenso, como si estuviera pintado. Justo enfrente los Annapurnas nevados (el II, el III y no sé cuántos picos más). El estrecho camino transcurría entre pueblos que parecían salidos de cuentos.

Los Yak (especie de vacas, más pequeñas, con pelos como cardados, cuya carne esta riquísima, esa noche la probamos, necesitábamos carne) pastaban por sus laderas y las banderas seguían ondeando, los rodillos hacían su aparición, constantemente, en cualquier punto. Y comenzaron a aparecer unas piedras talladas con letras tibetanas. Se trataban de nuevo de rezos y buenos presagios. Estaban apiladas sobre montículos, sin orden aparente, como si cualquier que quisiera pudiera colocar allí su plegaria. Y como telón de fondo, siempre, las montañas, hogar de todos.

XXXI (Mensajes)

Grabadas con el corazón

en la mano,

la meditación,

y el paso de los años,

frases simples,

mensajes,

preguntas increíbles.

El lenguaje

va más allá

de las palabras,

y las verdades

se convierten intangibles,

en representaciones de la realidad

del alma.

También es curioso como a tantos kilómetros de distancia se repite algo que ya vimos en los Andes. Consiste en la acumulación de piedras en forma de pequeñas montañas, culto a la Pachamama en tierras andinas, y de nuevo plegarias en tierras del Himalaya.

El grupo de españoles que os contábamos se hacía notar por su alegría y buen humor en cualquier punto del camino. Y queremos destacar a Laia, poetisa de la vida como ella misma decía, y como pudimos contemplar que realmente así era. Solo darte las gracias por esos momentos compartidos en el camino, mientras ante nuestros ojos transcurrían tan inexplicables lugares. Y también Toño, que como despedida nos entregó un chorizo ibérico, que pertenecía a todo el grupo. Ni que decir tiene que hay cosas que el dinero no puede pagar, y recibir un chorizo ibérico en medio de los Annapurnas (teniendo en cuenta que aquí la mayoría de la gente es vegetariana, y por tanto el menú que se ofrece no suele tener carne) es algo que no tiene precio. Mil gracias os damos. Y deciros que nos hemos acordado de vosotros todo el camino, esperamos volver a vernos en Pokhara antes de vuestra partida para tierras españolas.

Llegamos a Braga, justo un pueblo antes de Manang, con la intención de quedarnos un par de días para hacer la aclimatación, y preparar una fabada (regalo de Amagoia y Jose en nuestra estancia en Vietnam) que acarreábamos montaña arriba, pero nuestros planes se vieron truncados. Por la noche unos intensos mareos nos hicieron pensar que estábamos sufriendo el mal de altura. Y por ello quisimos acercarnos hasta Manang donde había un centro médico, ya que nos veíamos teniendo que bajar y dando la vuelta por donde habíamos llegado.

En realidad no nos importaba lo más mínimo, ya que la razón de hacer este camino era el poder entrar en contacto con la realidad Nepalí-Tibetana, y la única forma es haciendo un trekking, además de poder vivir y respirar el Himalaya. El médico nos dijo que ni mucho menos, que los mareos, no sabía por qué estaban provocados, pero por ahora no teníamos mal de altura. Igualmente aprovechamos la ocasión y quisimos ir a una charla gratuita sobre este tipo de mal. Y es que nosotros, ni cortos, ni perezosos, nos sumergimos en las montañas, pero nos falta un poco de experiencia así que no paramos de nutrirnos de lo que montañeros profesionales y el médico nos decían. Vamos que hicimos un máster en montañismo en un par de días.

Nos quedamos unos días en Manang para aclimatarnos a la altura. Y no quisimos perdernos la oportunidad de visitar la casa de un Lama que vive en las montañas que rodean este pueblo, a unos 4.000 metros de altura. Su casa se encuentra, literalmente, metida en las montañas. Tiene 93 años de edad. Nada más verte aparecer, te pregunta en un inglés casi nulo, si te diriges a Thorung-La (el pase de montaña), te ofrece unas semillas de comer, y un líquido aceitoso, y luego, recitando unas oraciones, te coloca un hilo por el cuello dándote la bendición.

La historia parece como salida de un cuento, y él, Lama Dashi, un personaje entrañable. Todo el encanto se iba en cuanto te pedía el dinero y veías cómo comprobaba que el billete era correcto. Yo quise comprarle un “Tengaa”, una especie de rosario con el que rezan los mantras, éste me iba a acompañar el resto del viaje, como símbolo de protección.

No sé por qué, pero sabía que la bendición del Lama nos protegería para el resto del camino. Lo que no podría imaginar es que se nos complicaran las cosas como se nos complicaros. Pero chicos de nuevo todo esto será parte de otra historia.

Namaste amigos.


Cris y Juanlu

Massaleros Vuelta al Mundo

7 comentarios:

  1. Bello, impresionante, duro y el final intrigante.
    Es importante que sepamos cuales fueron las complicaciones. Me duele todo el cuerpo del camino y yo si tengo el mal de altura, esperamos leer pronto la nueva historia.
    Cuidaros, os queremos.

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  2. ¿Qué deciros de esta nueva aventura?, pués que nos habéis dejado con unos vértigos de altura.
    Cuanta belleza en lo descrito y en lo imprimido, una no puede dejar un instante de ponerse en la piel de estos Massaleros, cuan grandes sois y cuanta valentía demostráis, pero tened en cuenta, que uno no es más valiente cuando más arriesga, si no cuando se es más consciente de la reralidad, difícil tarea, al menos para algunos.
    Que interesante la visita al Lama, cuanta energía desprende esos seres tan supremos, pero la realidad te hace comprender que son humanos y como tales, débiles.
    Mis niños, nos habéis dejado suuuuper intrigados, parece ser que lo vuestro es dejarnos siempre con algo pendiente, me gustaría saber lo sucsdido, espero y deseo que sea algo pasagero.
    Cuidaros mucho, que ya queda poquito.
    Os mando todo mi amor, os quiero.

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  3. Que pasada y cuanto cuesta subir, estabamos sufriendo tanto como vosotros con ese frio tan inmenso( me apetecia daros una taciata de cafe) pero eso es lo que suele pasar a tanta altura, aunque creo que os debeis sentir reconfortados con tanta naturaleza a vuestros pies, te deben dar ganas de que nadie la pueda destruir nunca.
    Y ademas las gentes con las que os encontrais increible hay españoles por todo el mundo y yo que creia que eso solo lo haciais vosotros!! y ese NAMASTE tan sincero que es una palabra que me comento una compañera que se suele decir cuando se coincide con alguien en forma de saludo.
    Tenemos muchas ganas de saber que fueron esas complicaciones pero me imagino que las habreis superado con vuestro entusiasmo y valentia.
    Besos y mucho amor con una gana tremenda de veros ciao y hasta pronto

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  4. Impresionante!!!!!!!
    Qué experiencia tan bonita. Si en las fotografías esos lugares tienen tanta belleza, en vivo deben de ser increíbles y llenos de sensaciones.
    Qué envidia dais!!!!! Dan ganas de liarse la manta a la cabeza y seguir vuestro ejemplo. Seguro que con vuestra fuerza superais todas las complicaciones que se os pongan por delante. Mucho ánimo.

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  5. Mis niños guapos, me habeis dejado con la miel en los labios y es que este punto y seguido de la aventura tiene telita!
    Tremenda experiencia la vivida en esas montañas, tan cerca del sol y de las estrellas que placer tan inmenso.
    Con esa claridad en la narración Cris hasta tiritaba de frio y se me agrietaron los labios. Pri espero que esa fabadita te haya dado fuerzas ya que para un asturiano es lo mismo que para Popeye las espinacas, jejeje!!!
    Mandaros muchas muchisimas fuerzas y deciros que tengo muchas ganas de veros encantos!
    Os quiero,
    Millones de besos.

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  6. Mamones mamones mamones,
    nos vemos en los bares

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  7. ¡¡¡Menos mal que os llevasteis una rebequita de gotelé!!!

    Fernando

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