viernes, 24 de julio de 2009

Profunda Indonesia

Aunque hayamos disfrutado de los mil y un encantos que puede brindarnos este maravilloso país, aún no habíamos conocido mucho sobre su cultura. No nos habíamos sumergido en lo profundo de Indonesia, y ese era nuestro objetivo en la remota isla de Flores. Pero jamás imaginamos que el regalo que ésta nos haría sería tan especial como resultó serlo. Nos dirigimos con nuestros nuevos compañeros, Eric y Jean Christophe, hacia Bajawa, conocido por la gran cantidad de comunidades indígenas que hay en sus alrededores, al que llegamos tras muchas horas de terribles carreteras, de subidas y bajadas cruzando inmensos bosques de bambú y palmeras (lo de las carretas en la isla de flores era algo de locura).


Este pequeño pueblo nos sorprendió con un maravilloso mercado en el que se vendían frutas y verduras curiosamente colocadas en un orden que nos llamaba enormemente la atención. Este estaba abierto hasta por la noche en el que a luz de pequeñas lámparas de queroseno podías aún distinguir los preciados productos de los alrededores. Entre ellos estaba la gran protagonista, la guindilla, que es usada en todas las comidas de este país, y es que adoran el picante. Las mujeres, que son las que están en cada uno de los puestos, mastican unos ungüentos, llamados “siripinang”, que les colorean los dientes con un rojizo intenso. Este resulta de la mezcla de unas raíces con unas hojas y un producto blanco, que según luego nos enteramos es cal. Todo un químico que alegra las mentes de las mujeres de la zona. Por el contrario apenas ves hombres que los usen, ellos son fumadores. Y es que si hay un país en el que se fume tabaco este es Indonesia. Pero no lo fuman las mujeres, de hecho ellas se extrañan de verme a mí, una mujer, fumando. Y a mí me sorprende el color de su dentadura.


Pasar Bajawa

La cálida luz de candiles y velas
iluminan el mercado de Bajawa,
generosos productos de la tierra
apilados y ordenados alrededor de sus llamas.

El rojo de los tomates se mezcla
con el que sus bocas mascan,
decenas de diferentes hierbas
y el picante para sus salsas.

Como venidos de la Edad Media,
los tenderetes, una maraña,
de vidas que se enredan
y sueños que se matan.


Fue aquí donde conocimos a William, el que sería nuestro guía durante dos días. Nos recogieron por la mañana en unas motos, en las que nos montamos con todas las mochilas, toda una odisea, para ir hacia su casa. Allí dejamos las mochilas ya que al día siguiente nos recogerían con ellas en otro punto y nos encontramos con su cuñado, Loren, que nos acompañaría en la ruta. También conocimos a su adorable mujer quien nos ofreció un café. El café en Indonesia es tremendamente bueno, no siendo así la forma en la que lo preparan, ya que no sólo bebes café si no que también lo comes. Desde luego su efecto lo tienes garantizado.



Comenzamos el treking subiendo hasta un punto desde el que podíamos divisar toda la zona, y ver todo el largo camino que nos esperaba, así como uno de los muchos volcanes que hay por aquí. Este en concreto está activo y se podían ver las nueves saliendo del mismo. El camino era precioso, y William no paraba de contarnos historias tradicionales del lugar. Nos encantaba saber este tipo de cosas, ya que hasta ahora de esto poco habíamos tenido y resulta que aquí también existe el sistema de castas al igual que en la India, que aquí se denominan Gais. En una de las múltiples paradas que tuvimos pudimos oír como defendía la pena de muerte, que en este país esta instaurada, de lo que no consiguió convencernos, ni nosotros a él tampoco de lo contrario, ya que no entendía cómo podíamos dejar vivos y mantener a los asesinos.



Hicimos la comida en la única casa que nos encontramos en el camino. Allí vivía un solitario hombre quien nos dio a probar arroz de la zona y nos ofreció caña de azúcar para el resto de la caminata. Tras más de 8 horas de duro camino por en medio de unos tramos de selva por los que hacía mucho tiempo que no pasaba nadie (usaban el machete constantemente para cortar la maleza que no nos dejaba continuar) y habiendo visto algunas arañas que nos quitaron el aliento por fin llegamos a Kupambala.

Kupambala es una comunidad indígena sobre lo alto de un cerro desde el que se divisa la costa y la playa de Mbalata. Consiste en un conjunto casas hechas de bambú colocadas de forma circular hacia lo que podríamos llamar la zona común. Había una especie de sombrillas, tres, que representan a las tres dinastías que habitan en la comunidad (había un total de 10 familias que pertenecían a esas 3 dinastías). Cada casa es muy respetada y cuidada por sus dueños, ya que ésta representa a sus ancestros, y es que en algunas de ellas podías ver las tumbas colocadas justo delante de las mismas. Les brindan, a sus antepasados, multitud de rituales, y uno de ellos lo pudimos presenciar.


El recibimiento en la comunidad no pudo ser más amistoso. Nos sentamos sobre el suelo y en seguida se formó un corro al que se iban uniendo, uno a uno, todos los componentes de la comunidad. William hacía todo el tiempo de traductor, ya que la comunicación resultaba muy complicada por nuestro poco, por no decir nulo, conocimiento del Bahasa, la lengua indonesia, así como del dialecto de esta comunidad. Las risas eran constantes en ellos. Les hacía gracia cualquier cosa que hiciéramos o lleváramos. Al poco pudimos ver como comenzaban a apilar trozos de coco y de bambú para comenzar a hacer el fuego con el que cocinaríamos y bajo el cual compartíamos maravillosos momentos.


En seguida nos pusimos a ayudarles a cortar la yuca para la cena, guiados en todo momento por ellos. Y sin darnos cuenta comenzaron los cantos. Las diferentes voces de las mujeres, en sus distintos tonos, se elevaban junto con el humo del fuego como una melodía que te trasladaba hacia mundos pasados, bajo un increíble manto de estrellas. Era maravilloso oírlas cantar. Y lo bueno es que luego William nos traducía las letras de las canciones.


Al rato, nos pidieron que nosotros también cantáramos, y no quisimos dejarlos con las ganas, así que sobre la marcha nos pusimos con palmas a cantar una sevillana. Ellos nos acompañaron con las palmas, e incluso el “popó poro poro popó” se lo aprendieron de memoria. Nos ofrecimos a bailarles una sevillana, y fue entonces cuando las risas al vernos bailar se elevaron hasta carcajadas. Qué bueno. Fue muy curioso, no estábamos todos nosotros juntos (los extranjeros) si no esparcidos entre ellos, mezclados, como formando todos parte de una misma familia. Estaban constantemente pendientes de nosotros, nos traían sus sarus (unas especies de mantas que usan como vestimenta) para abrigarnos, a mi no paraban de recogerme el pelo, ya que ellas es como lo llevan siempre.


Kapumbala. Cena indígena

Sentados alrededor del fuego
bajo la atenta mirada de las estrellas,
las voces indígenas de un pueblo
le cantan a la madre selva.
Las palabras son los cuerpos,
el lenguaje de las señas,
el más puro sentimiento
del pobre y sus grandes riquezas.


Llegado un punto nos llamaron a nosotros a dentro de una de las casas, que sería donde dormiríamos, para formar parte de un ritual celebrado en nuestro honor hacia sus ancestros. Nos sentaron a todos, hombres a un lado y mujeres a otro, en lo que podríamos decir que era la cocina (en todas las casa había dos habitáculos, uno en el que se dormía y otro en el que estaba el fuego) y trajeron una gallina para su sacrificio, para pedir a sus ancestros buenos presagios para sus huéspedes. La situación fue un tanto angustiosa cuando tras unas palabras del jefe de la comunidad, cortaron la cabeza la gallina, le sacaron algo de sangre y la esparcieron por las esquinas de la casa.


Tras ello la metieron en el fuego quemando sus plumas, y le abrieron la tripa para sacar el estomago y ver en él, no sé muy bien cómo, si los ancestros nos daban o no buenos augurios. Resultó que si nos lo daban, y menos mal ya que si no había que sacrificar otra gallina. Al final la guisaron y nos la comimos sobre sus platos tradicionales, hechos a base hojas de palmeras. Toda una experiencia.


De nuevo bajo la luz del fuego volvieron los cantos, y algo embriagados por el arak (la bebida tradicional de todo Indonesia hecho a base de la fermentación de la palma) empezaron también los bailes. Yo super-animada ahí estaba junto a las mujeres bailando con ellas.


Antes de terminar esta inolvidable velada, William comenzó a traducirnos lo que ellos decían dándonos las gracias por los momentos compartidos. Y a la luz de esa misma hoguera nosotros también le dimos las gracias de todo corazón, y les pedimos que no perdieran ese encanto, ni esa alegría, ni su cultura que les hacia tan únicos. Y es que nosotros éramos los primeros turistas que los visitaban este año, y el onceavo grupo en toda su historia. Y ellos querían que más turistas les visitaran, ya que pagas por la comida y por el hospedaje, y para su economía es muy importante. Nosotros les manifestamos el peligro que corrían de perder su identidad como comunidad por la llegada masiva de turistas (todo siempre traducido por William) y la verdad es que tuvimos un maravilloso intercambio de opiniones, y esperemos que nuestras palabras sean escuchadas por ellos, y que consigan preservar su forma de vida. Ya que uno de los problemas a los que se están enfrentando es que muchas familias se están yendo de la comunidad hacia los pueblos cercanos, y por tanto está, muy cerca de perderse, y una de las formas que tienen para motivar la vuelta de sus vecinos y hermanos es la de que los turistas los visiten. Todo un dilema al que se enfrentan, y como os decimos en el que espero sepan hacerlo correctamente.


Por nuestra parte, a la mañana siguiente nos pusimos a recoger en la comunidad todos los plásticos y colillas que vimos y los quemamos en un fuego, dándoles a entender que era muy importante que mantuvieran limpio su entorno. Ya que entre otras cosas los turistas traemos plásticos, o les damos dinero con el que ellos mismos pueden comprar cosas (y es que ellos se auto abastecen de comida) que también generan residuos y comenzabas a ver como estos estaban tirados por los alrededores (no muchos). Acompañamos a las mujeres al campo a recoger yuca y hojas para la comida del día. Fue una de las experiencias más alucinantes del viaje ese día que pasamos con ellos. Y esperamos que lejos de producir un efecto negativo sobre la comunidad hayamos aportado nuestro granito de arena para que ésta no se pierda. A nuestra partida no pararon de pedirnos que volviéramos y sinceramente espero que podamos hacerlo algún día.


Emocionados, pero a la vez cansados por las caminatas y por haber dormido de nuevo sobre el suelo, llegamos a la playa para quedarnos a dormir en unos Bungalows en Mbalata, eran el único hospedaje en toda la zona(por el camino nos encontramos multitud de crios saliendo de la escuela que se emocionaban al veros, y nos cantaron canciones).


Fue allí donde conocimos a Francisco (parece mentira los nombres de esta gente, son una mezcla entre españoles, portugueses, ingleses e indonesios) dueño de los Bungalows, y también maravilloso cocinero. Este indonesio nos contó como hacía más de 17 años había abandonado su país para ir a Bélgica a trabajar, Fue increíble cómo nos contó sus impresiones a su llegada a Europa. Primero, el miedo a volar que tenía, y tras ello, al subirse en un coche su impresión de que corríamos mucho y que también se iba a matar. Las enormes carreteras que teníamos, así como que conducíamos al revés. Su primer desayuno preguntando por el arroz, o su impresión sobre el primer baño que divisó. También que cuando le ofrecieron ir de Camping por primera vez se pensó que se trataba de un pueblo, imaginaros la cara que se le puso cuando llegaron a mitad del campo y montaron la tienda. Todo un cumulo de percepciones que nosotros tenemos pero a la inversa al viajar.


Fue allí también donde conocimos a Antonio y Carmen, un granadino y una americana, residentes en granada, que estaban viajando por la zona. Compartimos muy buenos momentos con ellos y con Francisco, que se convirtió en algo más que el gerente del lugar ya que en seguida se unía con nosotros a charlar. Nos invitó al día siguiente a una barbacoa que tenía por la entrega de un título de propiedad a un vecino de la zona. Fuimos el centro de atención en todo momento.


De aquí partimos hacia Ende decididos, tras los cometarios de Antonio y Carmen, a ir hacia la isla de Sumba, pero antes de ello no quisimos perdernos el impresionante Kelimuto. Un volcán que tiene tres lagos de colores azul turquesa y negro de un intenso que parece que brillan. Para ello nos alquilamos de nuevo una moto con la que pudimos disfrutar de los hermosos paisajes hasta llegar al lugar. Hay un detalle curioso y es que de ruta hacia el volcán vimos a una mujer con la cara entera pintada de blanco, que en un primer momento pensé “¿Qué hace esa mujer con una mascarilla puesta andando por mitad del campo?” Al poco me di cuenta de que parece mentira que aún esté metida en el sistema, ya que lejos de ser una mascarilla se trataba de un ungüento local que usan las mujeres de la zona (la pena es que no hayamos visto más para poder hacerles una foto y mostrároslo).


Queríamos hacer una última reflexión ya que estamos muy emocionados, y aunque disfrutando cada momento presente como siempre, deseando que llegue el instante de la incorporación de los dos massaleros Almu y Kike. Y más aun pensado que luego viene Ama, Jose, Blanca e Inma. Chicos no sabéis lo contentos que estamos por vuestras prontas visitas. Contamos los días para los encuentros. Y también deciros que nos quedamos con la pena de que nuestros maravillosos Emily e Inmi no se hayan podido unir, pero que sepáis que os llevamos siempre presentes, os queremos.

Total que rumbo a Sumba, nuestro último destino antes de partir de Indonesia, nos despedimos de vosotros, ya que esto será parte de una nueva historia, espero que tan llena de momentos maravillosos como los que hemos vivido en la isla de Flores.

Un besazo enorme.

Cris y Juanlu
Massaleros Vuelta al Mundo

5 comentarios:

  1. Chicos, que experiencia tan alucinante es la que nos habéis hecho sentir, no tenía ni idea de que en nuestra era hayan todavía indígenas por cualquiera de los continentes por donde pasái.
    Increible lo vivido y como lo haceis para que nosotros también nos metamos, aunque sea por un momento, en esa aventura tan maravillosa.
    Ya pronto, muy pronto se uniran otros Massaleros,
    que emocionante será el encuentro, pero ya nos uniremos también através del blog, es un medio fantástico con el que nos sentmos unidos y acompañados.
    Cuídaros mucho, ya sabéis... si os cuidáis nos cuidáis.
    Un beso lleno de todo el amor del mundo para los dos. Os queremos.

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  2. Que alucinante esta indonesia parece magica esos lagos con esos colores que decis. Es impresionate cada vez mas, parece increible que haya una experiencia que supere a otra, y vais vosotros y lo conseguis; no se como lo haceis pero resulta francamente gratificante.
    Sobretodo lo que me gusta es veros asi de bien, estais en vuestra salsa con los indigenas se nota que es lo que mas os gusto.
    Besos y sseguir asi disfrutando y haciendonos disfrutar tambien a nosotros porque aunque parezca increible parece tal mente como si estuvieramos alli. Creo que es la forma en que lo cuentas Cris porque trasmites muy bien tu entusiasmo.
    Por favor cuidaros mucho y hasta pronto

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  3. Hi there my friends. I have just arrived in Singapure. Just a one day stop before starting Malaysia. I loved Flores. What an impressive landscape, isn't it? We drived until reaching Maumere. Our guide just knew 2 words of English (Yes and No), so it were 4 relaxing days listening to Bob Marley and catching the wind of the road. Hi hope that you relax with friends and fanily in Thailaind, because after that you have to continue your fantastic journey! The best for you. Joao

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  4. Hi there,
    it was very nice to meet you, even if short, on the taxi from Amed to Padang Bai. I'm back in Paris, but I so miss travelling and I envy you guys for being out there! Have a great trip! I wish I could read your blog, but I don't know any Spanish…
    bye, Karin

    ps you can see by Bali pics' at
    www.flickr.com/karin_in_paris

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  5. È nostra piccola vita, è nostro grande cuore!!!
    Il fuoco e l'acqua, concerto e calma, sonatta di vento.

    Un abrazo, chavalines.

    FERNANDO

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