lunes, 5 de octubre de 2009

Tesoros en el lago Inle

Myanmar te traslada en el tiempo, haciendo de un viaje por sus tierra una verdadera expedición por Asia a la antigua usanza, como si lo estuvieras haciendo hace 50 años, sintiéndote como un verdadero explorador atravesando carreteras inimaginables en cacharros chirriantes y sintiéndote recibido como un familiar cercano, siendo invitado a cenar en su hogar, por personas que acabas de conocer. Eres saludado constantemente por las gentes que se cruzan a tu paso, o tímidamente observados por sus miradas tan llenas de curiosidad como las tuyas. No puedes creerte que esto aún exista, aunque el analizar los porqué de su actual situación será mejor tratarlo una vez nos encontremos fuera de sus fronteras, mientras, pretendemos seduciros, al igual que lo hemos sido nosotros, con lo más grandioso de este país, sus gentes.

En el camino que nos llevaba al lago Inle, sin pensar en sus interminables baches, comenzaban a dar color y a llenarse nuestras mentes de preguntas. Por un lado teníamos las banderas. ¿Qué eran estas banderas de colores rosa, rojo, blanco y azul? Y esos turbante de diferentes telares y colores, ¿qué significaban?... El autobús, destartalado como todos los que hemos visto en el país, nos deja en medio de un cruce junto al único extranjero que va con nosotros. Para llegar a la ciudad de Nyaung Shwe, a la orilla de uno de los canales que conducen al inmenso lago Inle, tenemos que coger otro medio de transporte que no sabría como categorizar. Es algo parecido a una camioneta, en la que los pasajeros van en la parte de atrás, pero que el motor lejos de ser de una camioneta, es un motor de motocicleta. Total, un engendro de algo que se mueve.

La ciudad resultaba estar sumida en un intenso movimiento por el comienzo del festival Thadingyut, que marca el fin de la estación de lluvias, y empezaba al día siguiente a nuestra llegada. Comerciantes de todo el país ponen sus puestos de todo tipo (desde ropa a visionarios que te leen la mano, o piedras o conchas que van moviendo para atraer a sus clientes con el sonar de las mismas; a todo tipo comidas, o incluso de fotógrafos de estudio sobre fondos que rozaban lo más parecido a la casona de “Lo que el viento se llevo”) por un laberinto de calles. En nuestro primer paseo por los alrededores lo asimilamos como lo más parecido a una feria en nuestra tierra. Incluso había carricoches y una noria para los más atrevidos. Puestecitos de pipas que estaban siendo cocinadas justo delante de nosotros, o la parte del mercado de las flores en donde puedes ver cómo gente que no tiene mucho compra ofrendas, es algo que para nuestras mentes escapa de toda lógica. Vendedoras de manzanas, de arroz, de jabones, o de productos curativos de toda índole. Incluso vimos algo parecido a lo que serían unas tortillitas de camarones.

Tras nuestra inspección habíamos quedado con un grupo de extranjeros, que como nosotros habían sido atraídos hacia el lugar por el famoso festival (todo el mundo en la zona estaba expectante por el mismo, y la verdad es que no sabíamos ninguno muy bien de que se trataba). La mujer de un Guest House nos había preparado una maravillosa cena. Lo curioso de este encuentro es la gente que en ella estábamos congregados, ya que de los 11 que estábamos (de nuevo de multitud de nacionalidades) prácticamente todos éramos viajeros de largo recorrido. Cada uno con su historia particular de las cuales quisiera remarcar una. Tanto por la energía que de ella salía desprendida, como por la fuerza de su personal historia. Que de aquí cada uno saque su conclusión. Se trata de Norma, ella es de Inglaterra, es mujer y tiene 65 años de edad. Comenzó su viaje en el mes de Abril en Francia y atravesó toda Europa, Turquía, Irán, Paquistán, India, Nepal, China y un largo etcétera, hasta llegar a Bangkok donde se encontró con su marido, el cual se le uniría por un mes, en Myanmar. Viajaba sola. Increíble verdad. Tiene previsto estar viajando hasta navidades. Le encanta viajar le hace sentirse viva, y más aun cuando sabe lo poco de esta vida que le queda, pues lleva muchos años con un cáncer y los médicos no le dan más de tres años, por lo que tomó la decisión de dedicar uno de ellos a su mayor pasión, viajar. La energía que Norma irradiaba, y su increíble sentido del humor, es algo que creo nunca olvidaremos en nuestras vidas.

A la mañana siguiente todo comenzaba muy temprano, habíamos quedado a las 5.30 de la mañana para ir en una barcaza hasta en medio del lago. Se suponía que allí empezaba todo. Se trata de que hay un buda que está en una pagoda (el lago está rodeado de pagodas) y este buda una vez al año sale de la pagoda, y es llevado en procesión por las diferentes localidades. El momento cumbre es cuando es llevado a la última localidad, y más importante, Nyaung Shwe, donde estábamos.

Se monta una enorme procesión de decenas de barcas (no sabríamos decir cuántas pero entorno a 50) cada una de ellas, llevadas a remo por no menos de 30 personas, totalmente adornadas para la ocasión. En la proa de cada una de ellas se alza la famosa bandera. Aquella que tanto nos preguntábamos por su significado. Es la bandera de buda, que desde este momento veríamos por todo el país (tan sólo la hemos visto en Myanmar ya que en el resto de países budistas que hemos estado no lo habíamos visto). Todos los remeros vestidos de igual forma reman al unísono con sus pies, una barca tras otra, con músicas que son bailadas por algunos de ellos, parece que su objetivo no es más que el de animar la fiesta. Al fondo podemos ver la última barca, totalmente engarzada en dorados, que es donde va el famoso Buda.

Cientos de barcazas, como la nuestra, están alrededor de la procesión, viendo el maravilloso espectáculo. Las gentes de las diferentes comunidades bajan hasta el lago para tan memorable evento. Es entonces cuando empiezas a distinguir las vestimentas de las diferentes comunidades tribales. Están las Pa-O, que llevan en sus cabezas turbantes de colores rojos o naranjas (que son lo más parecido a manteles) y los Taung Yo donde los turbantes no sólo lo llevan las mujeres si no también los hombres y son de multitud de colores diferentes (estos turbantes son de una tela similar a la de toallas, de hecho yo diría que son toallas).

A nuestra llegada de nuevo a la ciudad, siguiendo la procesión, no damos crédito de la multitud de gente que se agolpa por las calles que están en paralelo al canal. Y es que todo el mundo quiere ver lo que llamaron así como “el baile de las barcas”, que no es más que una competición en la que el ganador es la barcaza más rápida. Nosotros estábamos del todo alucinados ya que se convertía en una maravillosa congregación de gentes de todas partes. Todos ellos con sus mejores galas, habían bajado al festival. Estaban contentos, gritaban al llegar de las barcas y aplaudían a la ganadora. Sus sonrisas eran aun más grandes si cabe. Pero la verdadera fiesta no había hecho más que empezar. En cuanto que los espectáculos oficiales terminaban la fiesta comenzaba y no acabaría durante dos días en ese enjambre de comercios de todo tipo. En cuanto se ponía el sol, las luces de los diferentes puestos se encendían a modo de velas y en algunos casos linternas para iluminar los productos.

Thadingyut Festival. Inle Lake

Cientos de pies empujan los remos

de barcazas con sombrillas de colores,

atadas una a otra por sueños,

en un festival de luces y flores.

El Buda ha salido del templo,

entre monjes y el pueblo dorado,

la estación seca lo llama al encuentro,

atravesando en procesión el concurrido lago.

Miles de ojos flotan en silencio,

tan sólo una vez al año,

gozan del sumo privilegio,

de ver a su dios como un hermano.

Ya en tierra, todo dispuesto,

no hay tiempo para el descanso,

tres días enteros de festejos,

se unen con lazos los pueblos birmanos.

Es digno de mención aparte el caso de la noria. Se trataba de una estructura de unos 20m de altura y de 12 habitáculos en los que cabían 4 personas. Resulta que ésta era mecánica y no eléctrica. Bueno para los que como yo no lo entiendan, lo que queremos decir es que era propulsada por fuerza humana. En el momento en el que ésta era accionada, los hombres se subían como monos hacia la cúspide y saltaban todos al mismo tiempo (no hacia el suelo, ya que si no se mataría más de uno en el intento) sino hacia otro punto, quedando suspendidos como el citado animal. Era algo realmente espectacular. Te podías quedar horas observando el curioso mecanismo.

Actuaciones de humoristas, magos y bailarines (eran como videos musicales o coreografías bailadas por un grupo de chicos modernitos, algo que no sabría cómo calificar) congregaban a la gente en multitud de lugares diferentes. Lo curioso de todo esto es que al final de cada actuación la gente no aplaudía. El silencio reinaba el entorno. No nos lo podíamos creer. De hecho en la primera que vimos, al terminar, nos pusimos a aplaudir, y en el siguiente momento paramos ya que éramos los únicos que lo hacíamos, y a su vez, pasamos a ser el centro de atención, ya que de nuevo éramos los únicos extranjeros. Unos segundos después ya teníamos gente a nuestro alrededor preguntándonos que de dónde éramos y cuáles eran nuestros nombres.

Un detalle curioso y a remarcar tras pasear por todos estos tenderetes destartalados es que en todos ellos suelen tener música puesta, hubo multitud de ocasiones que decíamos “¿esos no son Red Hot Chili Peppers?” o “¿esos no son The Beatles?” y cuando agudizábamos el oído nos dábamos cuenta de que no era ingles si no que hablaban en Burma. Aquí tienen todas las canciones famosas que nosotros escuchamos pero pirateadas a su idioma. También observamos que los hombres, que usan los “longis”, las faldas hasta los tobillos, al hacer pipi lo hacen como las mujeres, agachaditos, curioso, ¿verdad?

Al día siguiente vinieron a buscarnos los amigos extranjeros que conocimos para ir a visitar algo del lago (Ales, española, Niall, irlandés, Niko, belga, y Sophy, francesa). Y es que dentro del mismo hay mucha vida. Desde pescadores a huertas que son construidas en medio del agua (en el lago, entre otras cosas, son enormes productores de tomates).

También hay muchas casas flotantes, es decir, construidas sobre palos, y multitud de tradición artesanal. Visitamos telares (entre ellos de seda) donde pudimos ver todo el proceso de cómo se obtiene hilo de la flor de loto, cómo es tejida la seda traída desde Mandalay (otra ciudad) y también como es tintada.

También visitamos una fábrica de tabaco (donde los cigarros son hechos de forma artesanal, a mano, por mujeres que hacen al menos 1000 al día y ganan por ello un dólar).

Visitamos otro taller en el que estaban las famosas mujeres jirafas. Nosotros en realidad queríamos ir a una aldea pero resulta imposible ya que estaban en la llamada “zona prohibida” pero no entraremos a hablar de ello. En Tailandia también puede verse una comunidad de esta tribu que es originaria de este país.

Resulta impresionante y sobre todo cuando coges el collar, y es que esta hecho de un material muy pesado (pueden llegar a pesar más de 10Kg). Para ellas es todo un honor ser portadoras de tan pesada carga y tiene algo que ver con que su nacimiento coincida con luna llena. Y por cierto eso de que si se les quita dicho collar mueren no sabemos hasta qué punto es cierto ya que hay fotos, hechas postales, de mujeres sin ellos y se las ve muy vivas.

Total que terminamos el día en un templo famoso por el Jumping Cat. Y es tan sólo, porque los monjes han enseñado a los gatos a saltar. Y este no sería el único sitio en el que veríamos algo así. Aquí la gente, por su religión budista, ama a los animales y no los matan, ni maltratan, bajo ningún concepto, y esto llevará a extrañas consecuencias como veremos en futuras actualizaciones. Fue en este templo en el que de nuevo nos topamos con monjas. Aquí en Myanmar es el lugar en el que más mujeres monjas hemos visto de toda Asia. Resulta que nadie espera en realidad que una mujer se entregue a la visa sagrada, pero que pueden hacerlo. Y en realidad la tradición dice que no como los hombres (que se deberán meter a monjes al menos dos veces en su vida) deberán hacerlo para toda la vida. Ellas, van vestidas de rosa, se rapan el pelo y llevan la misma vida que los monjes, entregadas a las oraciones y pidiendo comida, como ofrendas, a las gentes. Ver las caras de niñas totalmente rapadas es algo a lo que no terminamos de acostumbrarnos.

Salimos de Inle Lake tomando rumbo de nuevo hacia Kalaw, pero en esta ocasión andando, haciendo trekking, con Jimmy un guía que habíamos conocido en Kalaw y con un cocinero. Pasamos por multitud de comunidades Pao y pudimos ver su estilo de vida, como si fuera un verdadero viaje en el tiempo, a hace 50 años, donde los carros son tirados por enormes búfalos de agua, y donde los caminos son múltiples y se entrecruzan sin un sentido aparente. Vimos cultivos de coliflores, arroz, maíz, berenjenas, patatas, jengibre, etc.

Parábamos a comer en casas de locales y dormimos en un monasterio budista. Esto sí que fue toda una experiencia. Por la tarde pudimos jugar con los monjes novicios (bueno yo no, Juanlu, ya que recordemos que no pueden tocar a las mujeres y eso dificulta enormemente la posibilidad a los juegos). En cuanto vieron la libreta y el boli de Juanlu, dentro de la cartuchera, nos pedían bolis. Son gente realmente pobre la que vive en estos monasterios alejados de las ciudades, y lo que te piden es un boli. Da mucho que pensar, ¿no?

Nuestros camastros (es decir, totalmente tirados en el suelo) estaban en el mismo templo, tan sólo nos separaba de la enorme sala donde estaba el buda, unas pequeñas lamina de bambú, no sabemos si por nosotros o por el buda. Por la mañana, a eso de las 5, comenzaron los rezos que durante una hora nos transportaron hacia mundos jamás experimentados. Único.

Monasterio Thi Tatin

El silencio recorre los montes

que conducen al monasterio,

mientras atardece, por el camino

de tierra roja y misterio,

se escuchan lejanos gritos

de niños jugando y riendo

tras los muros de un colegio.

Son, en realidad, pequeños monjes,

ayudando a los ancianos, barriendo y recogiendo.

Con el albor de una mañana en bronce,

sentados los budas alrededor del sénior,

con la luz de una vela, como testigo,

despiertan nuestras almas con sus rezos,

en un comenzar del día, distinto,

que nos deja sin palabras, perplejos,

aún entre sueños, medio aturdidos,

con una alegría que fluye por dentro

con el latir de nuestros corazones.

De nuevo continuamos nuestra caminata atravesando una y otra comunidad, paramos en una escuela, en la que entregamos aquello que de entre nuestras mochilas pudimos recolectar, (cepillos de dientes, jabones y lápices de colores) y se los entregamos a la maestra. Y es que hay muchísima necesidad en estas comunidades (pero como os decimos todo ello lo comentaremos más adelante).

Terminamos nuestra caminata subidos en un camión de patatas, ya que el último tramo parecía que iba a llover, junto con multitud de gentes de las comunidades, totalmente mezclados con ellos, sufriendo con ellos cada bache y cubriéndonos con un mismo plástico, para protegernos de la lluvia. Que pasada. No dejan de sonreírte, ni tú a ellos. Eres aceptado en todo momento y nosotros no sabemos cómo dar las gracias a cada instante.

Para acabar con la impresionante aventura y experiencia de vida vivida, en el lago Inle y alrededores, nos invita nuestro guía a una cena en su casa antes de que llegue el autobús que nos llevará a nuestro próximo destino. Allí nos encontramos de nuevo a Tutu (que es su cuñada) y con la que pasamos una impresionante velada (aparte de que nos sirvió la comida más rica que hemos probado en este país). Es la única mujer, hasta ahora, que nos hemos encontrado que habla inglés, y por tanto resulta sumamente interesante cualquier conversación con ella. Nos cuenta como ha sido su vida desde pequeña, ya que ella era de las mayores en una familia pobre, con 10 hermanos. No nos lo cuenta con ánimo de pedirnos nada, ese no es objetivo de sus palabras ni de su historia. Sino el que conozcamos algo de su vida, al igual que ella nos preguntaba por la nuestra, y cómo terminó aprendiendo inglés. Se lo enseñó su cuñado para al que ayudaba como guía y ahora su hija con tan sólo 11 años también lo habla. Se casó, con una boda acordada, con 17 años, dice que el amor lo deja para más tarde, y se ríe tras ese comentario. Aquí lo importante es sobrevivir.

Colmados de experiencias y sensaciones vamos hacia la famosa ciudad de Mandalay, qué nos espera allí, no lo sabemos pues ya es parte de otra historia. Mingalaba amigos, pues esto no es una despedida, si no un hasta pronto.

Muchos besos.

Cris y Juanlu

Massaleros Vuelta al Mundo

6 comentarios:

  1. Wau!! Masaleros!! que me estan entrando ganas de ir !!! vaya pedazo de fotos, y la poesia, como siempre, sencilla y embriagadora.
    Gracias!!

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  2. Tengo el cuerpo destrozado y la mente, el corazon y los sentido repletos de todo lo vivido, porque estamos viajando con vosotros. Cuidaros, que queremos seguir viajando y leer la proxima historia. Que bonito saber que tanta buena gente en el mundo. Os queremos

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  3. Buffffffffff, me habeis dejado alucinao!!!!!!
    Increible massaleros. Hoy me habeis vuelto a emocionar una vez mas pero esta vez con la emoción de las grandes ocasiones.
    Es una de las historias mas bonitas que os he leido hasta ahora. Habeis visitado otro planeta. Ese planeta en el que estais no este, el nuestro, no tiene nada que ver. Increible!!!!
    Lo que daría por estar con vosotros en esos poblados, por esos caminos, en esos destartalados medios de transporte, frente a esos millones de sonrisas que te rodean por todas partes.
    Muchísimas gracias una vez mas por compartir todo esto que estais viviendo con nosotros. Nunca me cansaré de deciros que somos unos verdaderos privilegiados por este gran regalo que semana tras semana nos brindais con todo vuestro amor.
    Os quiero mucho.
    Cris. Juan.
    Os adoro

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  4. Queridos.....
    Cuanto ha dado de si esa visita a lago Inle,cuanta vivencia,cuanta foto, que dicen mucho del entorno y de vosotros,y que coordinación en los comentarios y las poesias.Bien, muy bien por todo ello, y bien también por Norma,que nos ha causado admiración, y mucho que meditar,sobre la vida......ha sido todo tan bonito,que nada que añadir, solo desearos que Mandalay os sorprenda igualmente.
    "No existe viento favorable para el marinero que no sabe adonde ir."
    Que no es vuestro caso y encima nos daís el rumbo para que os podamos seguir, y que bien ha estado hoy.......yo en terapia total Buuuuaaaaaaa!!!!!!!os quiero

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  5. Más que una actualización, esto parece los capítulos de National Geografit, lo digo por lo bien que lo habéis hecho. Una verdadera pasada, un pais alucinante, pero lo más, su gente, que alegría el saber que en el mundo hay "buea gente" y es que nada más que tenemos que miraros.
    Esta actualización la voy a llamar, la del colorido, ya que me han dejado marcada en la retina, el color tan vivo de esa tierra.
    Suerte la de poder convivir con los monjes, experiencias más, para poder estar en paz con uno mismo y con los demás.
    Lo de la nueva compañera, Norma, sin palabras, ¡qué vivencia tan grande la que os ha deparado este Myanmar!, y es que cosas como estas, son las que hacen que los Massaleros sigan y sigan creciendo.
    Cuidaros mucho, mucho. Un beso lleno de todo mi amor. Os quiero.

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  6. sin palabras me ha dejado esta actualización... Increible. Se nota que detras de algunos comentarios se esconden palabras que no se pueden decir. Esperemos que sean dichas en su momento, en otra parte de la historia. Mil millones de besos a los dos.

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