miércoles, 8 de julio de 2009

Exótica isla de Bali

De nuevo un viaje a otro mundo. Un mundo exótico y tropical donde las sonrisas son las protagonistas del día. Donde la gente trata de ayudarte en todo momento, y un “Hello, Where are you from?” se convierte en el saludo constante. Donde la locura del tráfico, con cientos de motos por todos lados, te hace ver que estás en otro lugar, casi en otra dimensión. Donde el verde se convierte en protagonista y los variados colores de las vestimentas te llenan los sentidos.


Los primeros días los pasamos en Ubud, un pequeño pueblo de interior en el que hay gran cantidad de templos hinduistas en su mayoría (Bali es la isla de Indonesia donde hay una amplia mayoría de hinduistas, en contradicción con el resto del país donde hay una mayoría musulmana). Es también conocida por las terrazas de arroz que son el paisaje natural de la zona. El reflejo del cielo sobre las aguas de los arrozales crea un cuadro sin duda inolvidable. Estatuas de madera y de piedra inundan el lugar, repleto de ofrendas y flores por todos lados.



Por la mañana cuando vamos a coger nuestra moto podemos encontrarnos con una ofrenda de flores y arroz sobre ella. Y es que aquí la mujeres, en su mayoría, trabajan durante largo rato preparando las ofrendas y depositándolas por multitud de lugares, normalmente acompañadas con un incienso, que hacen que junto con las flores, los olores se entremezclen dando lugar a bellísimos aromas que te inundan continuamente. La sutileza con la que estas gente hacen sus ofrendas, o adornan con flores las estatuas de piedra, la decoración de los lugares y la música que lo acompañan te hacen sentir que estás en otro mundo, sutil y ligero como la vida misma.


Ubud. Bali tradicional

Las nubes pintadas
sobre cristales
en las terrazas
de los arrozales
de la Bali majestuosa.

Santuarios en las casas,
artistas por las calles,
sonrisas en sus caras
de miradas amables
y expresiones fantasiosas.


Dormimos en el mejor de los lugares desde que comenzamos el viaje, con una cama balinesa totalmente hecha de bambú y unas cortinas a modo de mosquitera que te hacían sentir la reina de Sava. Desde la misma cama podíamos ver los cultivos de arroz y sentir el sonido de las aguas como un recordatorio del constante pasar de las cosas, y como una sutil nana en la que te relejas hasta un dormir plácido y tranquilo.



Como os decíamos antes, nos alquilamos una moto en la que comenzamos nuestro particular recorrido, y en ella tuvimos la oportunidad de perdernos en el enjambre de carreterillas, para encontrarnos con lugares bellos y únicos. O con músicos tocando exóticos instrumentos, o con comidas locales como el “Babigulin” (Cerdo asado que te ponían sobre una mesa y te servían con un poco arroz y salsas bien picantes. Al indonesio le encanta el picante, de esto nos fuimos dando cuenta con el pasar de los días). En lugares como estos fue donde comenzamos a pronunciar nuestras primeras palabras en este nuevo idioma que nos acompañará el próximo mes.


Fue en Ubud, donde también pudimos ver la increíble danza balinesa. Como describir los movimientos. Ellas bailan con todo su cuerpo, incluyendo los ojos. Esta parte es alucinante y única en el mundo, el ver bailar con los ojos, que no parpadean, con una mirada bien abierta como sin quererse perder nada de la vida. La sutileza de sus manos que acompañan el movimiento. Quizás sea mejor que lo veáis y para ello os hemos subido un video nuevo con el que podréis llevaros vuestras propias conclusiones. La verdad es que nos recordaban mucho las bailarinas a nuestra querida amiga Amagoia, no sé, mirar el video y opinar vosotros.


Quisimos visitar también el templo de Besakih, conocido como la madre de los templos de Bali, y la verdad es que no es para menos. Aquí pudimos sentir la parte más amarga de nuestra relación con los balineses, cuando intentaban “convencerte” de que la única forma de pasar era acompañando de una persona local. El templo era una verdadera pasada llena de Pávodas por todos lados, y de gente llevando todo tipo de ofrendas, pero en este caso consistían en platos plateados llenos de frutas y flores con una perfecta combinación de colores. Desde lo alto del templo se divisaba la isla completamente, y a la espalda un volcán dominaba la preciosa vista.

Desde Ubud estábamos cerca de Dempasar , la ciudad más importante de la isla y de Kuta, lo que podría ser el centro neurálgico del ambiente y del surf en Bali. Es por ello que el último día por la zona (más tarde volveremos a pasar unos días con Iker antes de que salga nuestro vuelo hacia nuestro próximo destino) quisimos visitar aquella parte. La verdad es que nos alegramos de estar en un sitio más tranquilo y donde se puede respirar de forma más fácil la sutileza del mundo balinés. Y es que el tráfico fue angustioso. Por fin en la playa de Kuta nos dejamos embriagar por el surf y tomamos nuestra primera clase de tan apasionado deporte, en la que tanto Juanlu como yo conseguimos subirnos en lo alto de la tabla, y coger alguna ola (bueno más que ola, espuma de la gran ola que había roto antes de donde estábamos). Esperas a ver cuál es la que quieres coger y en el momento en el que te decides te subes sobre la tabla y comienzas nadar lo más fuerte que puedes, empiezas a escuchar el sonido de la ola (espumilla) que se acerca y el corazón te late intensamente. Sientes como te arrastra y justo en un momento que no sabría como describir decides dar el impulso y subirte sobre la tabla. De forma rápida y enérgica, sintiendo como fluyes con la fuerza del agua. Es algo realmente fantástico. También hubo multitud de veces en la que nos caímos, nos arañamos las rodillas, nos escocimos partes innombrables del cuerpo, pero todo mereció la pena por esa sensación tan alucinante que es verte “surfeando” una ola, aunque en nuestro caso fura sólo la espumilla de la misma. Nos dejó, a los dos, con el gusanillo, y con ganas de más (que pena no tener fotos).

Nos recomendaron ir hacia Amed (la costa este) y hacia allí nos dirigimos, buscando playas y lugares que no estuvieran atestados de turistas. La sorpresa al llegar fue que la playa no era para nada como nos la imaginábamos. Era de arena negra, allí donde había arena, porque la gran parte era de piedras. Y por lo tanto no podías ni pasear por la playa ni tumbarte tranquilamente. Y el agua lejos del azul turquesa que nos imaginábamos era oscura también. Un poco desilusionados, vimos a gente que estaban haciendo “snorkel” (vamos buceando como lo llamamos nosotros), y nos alquilamos unas gafas. Fue ahí cuando llegó el regalo, ya que a no más de 10 metros de la orilla, el agua se aclaraba y te mostraba la grandeza de los arrecifes de coral con cientos de colores y de peces por todos lados, incluidas estrellas de mar. Alucinados, sorprendidos y agradecidos por haber descubierto el tesoro que allí se escondía.

De nuevo nos alquilamos una motillo y nos recorrimos la zona hasta llegar a lo que los lugareños llamaban Japanese Wreck. Allí la belleza marina era espectacular, a más o menos 2 metros de profundidad. Y como guinda del pastel justo en la orilla (por supuesto llena de piedras) había un pequeño lugar, que podríamos llamar chiringuito, en el que un balinés que hablaba perfectamente inglés acompañado de su guitarra, no paraba de hablar con nosotros y de deleitarnos con su reague indonesio. Al final del día acabaron invitándonos a palomitas de maíz con picante, acompañadas de Arak (una bebida del lugar bastante fuerte por cierto). La verdad es que fue un día increíble.


También nos acercamos a una playa algo más lejos, de nuevo para bucear, en la que éramos los únicos junto con un lugareño que mientras buceábamos se introdujo en el mar completamente desnudo con un arpón dispuesto a pescar. Nosotros no salíamos de nuestro asombro, y es que estábamos en la Bali profunda.


Piedras en el cielo, piedras en el suelo

Sobre las piedras,
agua, nubes, cielo,…
y el oscuro y claro
universo.
Bajo ellas,
más piedras,
arena y tierra,
más agua y fuego.
Las piedras son lava,
y la lava, piedras ardiendo.
Alimento
de plantas y árboles,
el motor de la tierra
en continuo movimiento.


Seguimos nuestro periplo yendo hacia Lombok, isla que esta al este de Bali, ya que como os comentamos seguiremos conociendo Bali a nuestra vuelta antes de coger el vuelo hacia otro mundo. El objetivo es llegar a la famosas “Gili”. Gili significa isla en indonesio. Y esto está lleno de gili´s por todos lados. Pero nosotros nos dirigimos a tres islas (Gili Meno, Air y Tramawan) en concreto a Gili Air. Para ello cogimos un ferry, y un bus hasta Senghigi, donde pasmos una noche, y de nuevo un bus, caminata y un barquito atestado de gente y todo tipo de productos durante 20 minutos para desembarcar en el azul turquesa, en la arena blanca, en el paraíso de palmeras, peces y tortugas, de bungalos en primera línea de playa por menos de 8€…pero todo esto será parte de otra historia en la que nos encantaría que estuvierais con nosotros para vivir la verdadera Indonesia.


Un besazo enorme.

Cris y Juanlu
Massaleros Vuelta al Mundo

2 comentarios:

  1. Maraviloso Bali, me he sentido unida a vosotros
    no me ha faltado nada, sólo las ganas de surfear, sabes que las olas me dan respeto.
    La verdad es que el lugar es uno de los paraisos de la Tierra, suerte el poder vivirlo y comunicarlo para experimentar con vosotros.
    Mis Massaleros, el comentario de la playa con piedras, es lo que algunas veces nos pasa, que no conocemos a alguien hasta que no profundizamos con ella y cuando lo hacemos vemos la grandeza que ella encierra.
    Precioso todo, fotos, narración, poesías y sutileza del pais, con sus colores, olores y sabores.
    Vivid estos momentos y todos los que vendrán, como si fuesen los últimos de vuestras vidas y la felicidad será cuantiosa y nosotros la recibiremos de igual forma.
    Os quiero con toda mi alma.

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  2. Niños os veo muy bien y tengo que decir que como Emiliio tengo mucha envidia pinches cabrones. Abrazo de mi primo Nacho. Besu!!OS quiero!Jaime

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