viernes, 18 de diciembre de 2009

Aprendiendo a Soñar

Llegamos al último de nuestros destinos, Egipto. Este popular país nos descubrió mucho más que pirámides. El Cairo, lejos de lo que mucha gente nos indicaba, nos resultó totalmente fascinante. Sus ajetreadas calles, atestadas de gente y de coches que sin ningún orden transitan hacia cualquier parte. Los semáforos pueden estar en rojo o en verde, todo el mundo va a intentar pasar. Se trata de una de esas ciudades que nunca duerme, hay vida y movimiento a cualquier hora del día. Y esto es algo que nos sorprende ya que venimos del país vecino Jordania donde a partir de una hora de la tarde todo está cerrado.

Aquí, por el contrario, la gente se agolpa en torno a los Aswas. Estos consisten en teterías, donde se sirven los famosos y dulcísimos tés árabes, donde también se fuman shishas. Es el lugar de reunión social (sobre todo para hombres durante el día, por la noche también ves a alguna mujer, siempre acompañada de hombres, eso sí). En las calles, a forma de terrazas, las mesas y las sillas atestadas de personas que se reúnen hasta altas horas de la mañana tan sólo para charlar.

En nuestras primeras horas en la ciudad tuvimos la gran suerte de coincidir con nuestro queridísimo y entrañable Roberto, un amigo y compañero de viajes. Y es que esta va a ser la tercera vez que coincidimos y el cuarto país en el compartimos experiencias. Y lo grande es que fue justo la noche antes del final de su también épico viaje de un año alrededor del mundo. Mira que cuando tomamos la decisión pensábamos que esbamos locos, que éramos los únicos que hacían estas cosas. Pues nada mas lejos de la realidad, ya que han sido unos cuantos los que nos hemos encontrado haciendo lo mismo que nosotros. Las cosas que uno aprende. Y fue en este encuentro en el que probamos por primera vez lo que se convertiría casi en nuestra dieta en este país, el Koshary. Un plato puramente egipcio, compuesto de pasta, lentejas, arroz y garbanzos, con una riquísima salsa de tomate y cebolla, que siendo baratísimo, está riquísimo.

Las mujeres de nuevo se convierten en nuestro centro de atención, y es que quisimos sumergirnos en primer lugar en el famoso barrio musulmán. De camino a él observamos como prácticamente la totalidad de ellas llevan Hergab (velo). Pero en este caso van vestidas de forma muy moderna, incluso diría fashion, y perfectamente combinadas con el pañuelo, que usan de diferentes maneras, dando lugar a tocados muy atractivos y seductores. Pero eso sí, todas ellas con faldas o pantalones largos y mangas largas. En esta época del año, invierno, lo puedes ver como normal (durante el día hace una temperatura agradable pero por la noche está frío), pero van así durante todo el año, incluso en verano con más de 40 grados, convirtiéndose de nuevo en algo incomprensible ante nuestros ojos. Todo ello entremezclado con mujeres vestidas enteras de negro, con la cara tapada e incluso guantes en las manos. La verdad es que no alcanzamos a entenderlo, pero de nuevo se trata de otro mundo, otra cultura.

Por lo corta de nuestra estancia en el país, no nos hemos podido poner en contacto con ninguna organización social, y por ello nos pusimos a leer sobre la situación de la mujer y fue así como nos enteramos de que en Egipto están en situación de completa desigualdad en muchos términos. En primer lugar tenemos la excisión (mutación genital, que se lleva a cabo en más de 20 países en toda África), práctica que se realiza aún en estos días, muy habitual entre determinadas partes de la población. Según el OMS en el año 2005 el 96% de las mujeres en edad de procrear, tenían practicada tan abominable operación. De hecho hasta el 2007 estaba permitido practicarse en los hospitales, tras la muerte de una niña en este tipo de operación, se abolió.

El problema de la mujer, no es solamente legal, sino social y/o religioso. Por la parte legal, como ejemplo, en el tema del divorcio, se encuentran en situación totalmente desfavorable con relación a los hombres, teniendo que renunciar a todos sus bienes (cosa que si no trabaja resulta imposible). Pasando a un tema más personal, éstas, las mujeres, no pueden tener una total libertad de movimiento para viajar ya que deben ir acompañadas por un hombre. Una mañana, caminando por la calle, conocimos a una chica lindísima de unos 23 años que estudia arquitectura, con la estuvimos intercambiando impresiones (incluso correos electrónicos).

Antes de despedirnos la invitamos, a que si quería, podía visitar España, nuestra casa era su casa (la verdad es que nos cayó genial) y su respuesta fue que era muy complicado, ya que ella no puede viajar sin que le acompañe un barón, y que veía difícil que alguien de su familia quisiera. Es decir, al tratarse de una chica con un nivel de inglés muy bueno, y con los estudios que mostraba, era de una clase social más bien alta, pero para ella seguía imperando el hecho de que no pudiera viajar sin acompañante masculino. De la parte religiosa, destacar que en muchos centros no pueden entrar y de ser permitida su entrada, ellas rezan apartadas de los hombres.

Nos seguimos adentrando en el barrio musulmán y todo tipo de tiendas de ropa, telas, cristalerías, se presentaban ante nosotros, con un orden que no terminamos de comprender pero que a la vez nos fascina. Los olores a múltiples especies se nos metían hasta lo más profundo de nuestros cuerpos.

Pudimos a ver a multitud de mujeres con sus puestos de fruta y verduras, y nos sorprendió también descubrir a alguna que otra fumando la famosa Shisha. Nos encantó ver la cantidad de gatos que hay por toda la ciudad. Este precioso felino, tan adorado por la cultura egipcia, tiene aún hoy en día más que una vistosa presencia.

Atravesar cualquier calle es toda una odisea, siendo, en muchas ocasiones, peligroso. Por supuesto todo hombre que se cruza con nosotros se da la vuelta para observar a esa que lleva el pelo suelto, y es que por mucho que pase el tiempo no se si me acostumbraría a ser tan observada. Pasamos el día para arriba y para abajado dejándonos fascinar por los lugares que nos rodeaban, por sus olores y su sin cesar movimiento.

Los carteles escritos en árabe, alguno con sus maravillosas caligrafías, nos seducen una y otra vez. Ni que decir de sus panes y delicias de repostería, cautivaron nuestros paladares.

Por la noche habíamos quedado con Ehab. Un amigo de Couchsurfing de Steff, una lindísima alemana que conocimos en Jerusalem. Ehab, resultó ser el mejor embajador que podíamos encontrar de El Cairo. Nos llevó de paseo hasta el parque Al-Azhar, donde pudimos ver maravillosas vistas nocturnas de la ciudad y nos hizo sentirnos como si estuviéramos en casa. Con él pudimos intercambiar muchas impresiones y conocer más de cerca la cultura y tradiciones egipcias. Coincidió que era jueves noche, es decir, la noche antes del día de fiesta, por tanto todo el mundo estaba en la calle. Se agolpaban en torno al Nilo, juntándose para hablar en plazas, jardines. Nosotros nos montamos en un bote, con música y lucecitas, que por 1LE (15 céntimos de euro) te da una vuelta de 15 minutos por el Nilo. En cuanto el barco zarpa, las chicas se animan a darse unos bailoteos. Me encantó compartir con ellas este momento, en el que se sienten libres de bailar con una desconocida, eso me sorprendió y me agradó muchísimo. Luego, Ehab nos comentaba que les encanta bailar, tanto a hombres como a mujeres.

Con respecto al Nilo comentar que es mucho más que un río. Es la fuente de vida de unas tierras áridas que se convierten en el desierto más inmenso del planeta. Según hemos leído, estas tierras en sus orígenes eran sabanas. Éstas comenzaron a ser cada vez más y más áridas, obligando a la mayor parte de sus pobladores, hasta el momento nómadas, a trasladarse a sus orillas, como única vía de supervivencia. Y fue precisamente eso, el instinto de supervivencia lo que le llevó al desarrollo de importantes técnicas de cultivos así como conocimientos astrológicos que les ayudarían a prever mejor los acontecimientos de tan veneras aguas. De hecho, son considerados los inventores del primer calendario, guiados por la estrella Sirios. Sus vidas, desde el nacimiento hasta su muerte, estaban ligadas totalmente al Nilo. Entorno a él, aún hoy en día se agolpa la totalidad de la población del país (sólo en El Cairo viven más de 20 millones de personas).

A la mañana siguiente, nuestro maravilloso guía Ehab, nos llevó a ver las famosas e impresionantes Pirámides de Giza. La imagen es increíble cuando ves erguidas a tan inmenso y antiquísimo monumento, y al fondo divisas la ciudad, con su tímido velo de humos, también inmensa.

Pudimos acceder a una de las tumbas, bajando por una estrecha galería en la que poco a poco el aire se hacía cada vez más pesado y el calor no cesaba de subir. Al final llegas a un habitáculo donde se supones descansaba el faraón, que en este caso, tampoco tenía mucho (debe de estar en alguno de los museos repartidos por el mundo).

De nuevo la ruta gastronómica nos llevo a probar “Fah Fahina (o algo así)”, un cóctel de frutas, y un delicioso zumo de caña de azúcar muy consumido en el país.

Por la tarde nos llevó para que viéramos otra parte del Cairo, en concreto a un barrio a las afueras, que se llama “Pueblo Basura”, traducción literal del árabe, y que consiste en un asentamiento sobre vertederos que se ha convertido en ciudad. Puedes ver cómo todos sus habitantes al completo se dedican al reciclaje de la basura, mediante la venta de lo que anteriormente ha sido desechado por el sistema. Prácticamente la totalidad de los bajos de las casas están llenos de desechos que se agolpan formando inmensas montañas de plásticos, telas o restos de aparatos electrónicos.

La tarde continuó con un concierto de opera (vaya cambio y quien nos iba a decir que íbamos a ver Opera en El Cairo) y en un café, en el que de nuevo las charlas se hacían las protagonistas, con la Shisha como estrella invitada.

Quedándonos con ganas de mucho más en el Cairo, nos dirigimos rumbo al desierto blanco, más allá del oasis de Bahariya. Para ello cogimos un autobús que nos dejaba en Bawiti y desde allí nos recogió (a nosotros y a una pareja de alemanes, Claudia y Lotar que junto a nosotros venía) Kareem, con su hijo Karim. Estos beduinos, con su 4x4, serán nuestros guías, según nuestros planes, durante cinco días, por diferentes oasis hasta llegar a la ciudad de Luxor. Pero eso no era lo que nos depararía el viaje, que resultó ser más algo de vivencia del mundo beduino, que del propio turisteo.

Comenzaron por llevarnos al Desierto Negro, llamado así por la multitud de piedras de este color que allí se descubren. Puedes imaginarte que estás rodeado de volcanes ya que la imagen no dista mucho. El camino era totalmente “sin camino”, es decir, un verdadero safari por en medio de las dunas, con una super divertida conducción par parte de nuestro querido Kareem. Realmente fascinantes paisajes, y fascinante forma de llegar a ellos, algo realmente único para nosotros hasta ahora.

De ahí pasamos hacia la llamada montaña de cristal, que consiste en una inmensa roca de cuarzo blanco, que esparce por todos lados pequeñas piedras de tan energético mineral (tiene muy delimitado el acceso a la montaña, por lo que sólo la pudimos ver de lejos, y el cuarzo no se llegaba apreciar, pero sí podías ver los pequeños trozos esparcidos por todas partes).

Y de repente, ahí estábamos. Ante el Desierto Blanco. Inmensas rocas de lo que podrimos decir que sería una especie de tiza se erigían ante nosotros. Moldeadas por el viento, y provenientes de alguna parte, retaban a tu mente a ver algo realmente sublime. El color es de un blanco inmaculado, y las figuras que de él resultan hacen vibrar nuestra imaginación, viendo caras de camellos, champiñones o palomas. La puesta de sol ya se nos venía encima y el color del cielo se tornaba a un intenso azul haciendo del momento más especial se cabía.

Fue ahí precisamente donde terminamos acampando. En medio del parque natural. Junto al coche estaba montada la tienda que serviría de cobijo para la fría noche que se avecinaba. Esa noche tendríamos la suerte de que un cometa pasaba muy cerca de la tierra bendiciéndonos con cientos de estrellas fugaces pasando ante nuestros ojos. Nuestros deseos vuelan con ellas al sinfín del Universo. El fuego se encendió al instante convirtiéndose en el lugar de reunión y de charla. Nos cocinaron una rica comida beduina al calor de la chispeante hoguera. Y es que el fuego es algo realmente primordial dentro de la cultura de un pueblo como el beduino. Lo utilizan como lugar de reunión social, para los beduinos asentados, los que ya no son nómadas, están construidos de forma diáfana, totalmente repleto de alfombras y cojines para sentarse, con columnas hechas de palmeras y un inmenso fuego en medio de la habitación. De esta forma simulan totalmente el estar dentro de sus tiendas.

Estrellas del desierto

Estrellas en el cielo,

estrellas en el fuego,

estrellas que se apagan,

estrellas que están naciendo.


Estrellas del desierto,

estrellas en una libro abierto,

estrellas en miradas,

estrellas tras los velos.


Las charlas son siempre con el fuego de por medio. Es contante el movimiento de sus brasas, y el de los troncos que a él se echan. Bajo la luz de las estrellas nos contaba Kareem historias sobre su padre y su abuelo, y de cómo sobrevivían en el desierto gracias al camello. O cómo se guiaban en sus caminos con las caravanas por los diferentes oasis, orientándose en las noches por estrellas como Sirios, o constelaciones como Orión para proseguir la ruta. Totalmente fascinante. Y para acompañar, la música. El sonar de los timbales, panderetas y flautas se hace constante. Él tocó el timbal y cantó, haciéndote volar al sumergirte en su ritmo.


En paralelo a estos maravillosos momentos vividos, resultaba que estábamos teniendo problemas con que el viaje sería solo de dos noches y no de cuatro como habíamos contratado. Venga llamadas y llamadas parecía que no terminaba de aclararse la situación. La segunda mañana al levantarnos me dio la sensación de que nos había desaparecido algo de dinero (poco, tan sólo unos 12 euros), y yo sin pensarlo, y animada por el buen rollo que tenía con Kareem, me acerque a él a comentárselo (tampoco con intención de acusar sino más bien de buscar). La que se lió!!! Se puso con un energúmeno, atendiendo a su honor como beduino. La verdad es que fue una situación un tanto desagradable, pero que no hace más que mostrarnos la reacción de esta sociedad en cuanto que atacas su honor o el de su familia. Y es que como luego nos explicaría el mismo (la situación se calmó tras miles de disculpas por mi parte, y dando por “desaparecido” el dinero), ellos tienen una especie de lo sería “juez del pueblo” que es al que, ante cualquier problema entre beduinos, acuden. Es él quien aplica la ley de los beduinos dando lugar a duras sanciones. Una vez que te ves involucrado en un tema tu nombre queda marcado para siempre.

Total que el problema con la agencia no se pudo solucionar, y nos vimos de vuelta para el Cairo, no sin antes pasar una maravillosa noche de despedida con Kareem metidos en uno de esos centros de reunión que comentábamos antes bailando y cantando. Los bailes de los hombres, y es que allí no había ni una sola mujer (mas que la alemana y yo), son totalmente iguales al de las mujeres, moviendo las caderas. Nos hizo muchísima gracia, con el palo bailando como si fuera una chica.

Desde el Cairo salimos directos rumbo a Luxor para poder disfrutar nuestros últimos días a las orillas de tan legendario río, el Nilo. Desde allí disfrutamos de sus templos y tumbas, así como de deliciosos paseos en “falucas” (embarcaciones a vela típicas de a zona), y de los que fueron nuestros últimos días de este sueño hecho realidad.

Hubo un día, hace ya algún tiempo, en el que nos imaginábamos dando la vuelta al mundo, y ahora no nos creemos que hayamos pasado más de 11 meses viajando. Esta preciosa e intensa etapa se cierra, y con ella se da por cumplido un sueño. Pero lo bonito es que ante nosotros se nos presentan nuevas puertas que abrir, nuevos deseos que cumplir y nuevos momentos que vivir, deseando hacerlo con la misma fuerza e ilusión con la que hemos vivido estos meses.

Mundo, mundo viajero

Las hojas en blanco

se van llenando,

cuando viajas,

de experiencias,

pequeños detalles,

anécdotas.

Se descubren puertas

nuevas,

Ventanas

que estaban cerradas

en la azotea

de las ilusiones

y las ideas.

El mundo,

cuando viajas,

enseña

a valorar más tus pertenencias:

Tu cuerpo,

tu alma

y las almas

de los que encuentras.

Hemos recibido muchos mensajes en el blog durante este largo tiempo, y en ellos nos dais las gracias, pero somos nosotros los que tenemos que agradecer que hayáis estado ahí presentes, ya que sin ese otro lado esto no tendría sentido, no estaría vivo como lo ha estado y lo hemos sentido. Y es que meditando que es lo que para nosotros ha sido este blog os podemos decir que ha supuesto mucho esfuerzo y dedicación, muchas horas y mucha ilusión. Un reto constante por dar lo mejor de nosotros intentando ser un espejo de lo que ante nosotros se presentaba. Empezó pretendiendo ser un pequeño diario compartido, pero poco a poco le hemos ido poniendo más y más de nosotros mismos. Nos requería estar a pie de cañón todos los días en fotos, en poesías y en lecturas sobre cada uno de los países que hemos ido visitando, y eso no ha hecho más que enriquecernos durante todo el viaje de una forma mágica. Por eso os damos las gracias a todos y cada uno de los que habéis dedicado un rato a leer estas líneas, y más aun a aquellos que con sus palabras nos habéis dado ánimo y tanto amor.

Y bueno como todo en la vida, también en esto llegó “el final”. Pero como os decimos, con él, otro comienzo, y todo apunta a que podremos iniciarlo rodeados de nuestros seres queridos, ¿qué más podemos pedir? Pero de nuevo chicos esto será parte de una nueva historia. Insha`a Allah!!


Cris y Juanlu

Massaleros Vuelta al Mundo