Oz Sea

Comenzamos con nuestra llegada a Airlie Beach, que según todos, entendíamos tendría playa, pero resultaba no tenerla. Estaba junto al mar pero no tenía playa. Parece extraño, a nosotros también nos sorprendió, de hecho no conseguimos aún entender el porqué de este anormal acontecimiento. Pero así son los OZ. Para compensar encontramos lo que llaman Lagoon, o laguna, totalmente montada, simulando lo que podría ser una playa, pero con cloro y por supuesto con el consecuente cartel con todas las normas de prohibido saltar, correr, bucear, comer, beber, fumar y todo un sinfín de historias. Todo sería más fácil si pusieran “date una remojada y punto”.

La razón de estar en este lugar es por ver las Whitsundays Islands, que es donde se encuentra la famosa playa “White Heaven”, de la que en realidad no habíamos oído hablar pero que las fotos prometían muchísimo. Nos apuntamos para ir en un velero durante dos días y dos noches hacia estas islas, que se encuentran en el mismísimo arrecife de coral. Estábamos emocionados, por poder navegar en un velero durante unos días y por poder bucear en el arrecife. Resultó que nuestro barco no salía, por lo que teníamos que buscar otro. Fue entonces cuando nos unimos al barco de Umer, un chico que conocimos en Fraser Island unos días antes y con el coincidimos allí.

Habibi, se llamaba nuestro velero, nos encantaba el nombre “Cariño”, pero este también se estropeó y se demoró durante más de 2 horas. Total que no comenzaba bien el viaje. Además no daba muy buen augurio que se fastidie el motor del barco justo antes de zarpar, pero decidimos no cuestionar nada y aventurarnos. Y menos mal que lo hicimos.

Tras la travesía de llegada a las islas y una primera noche atracados en una preciosa bahía, que no pudimos apreciar hasta el día siguiente ya que por la demora habíamos llegado de noche, nos dirigimos hacia la famosa playa. Ésta, efectivamente, es una maravilla con aguas de azul turquesa y blanca arena tan fina que casi parecía harina. Estábamos en el paraíso.

Y tras un par de horas en este idílico lugar zarpamos rumbo a “Butterfly bay”, llamado así por la cantidad de mariposas que habitan es su costa, a la que está prohibido acceder por los arrecifes de coral que la bordean. Aquí fue donde hicimos el primer buceo. Al llegar, el capitán se puso a tirar pan para atraer peces, y que peces. Nada más meternos en el agua estábamos junto a un enorme pez “Humpheaded” o también llamado “Maori Wrass” de color azul turquesa y verde que podías tocar por sus lentos movimientos. Una verdadera pasada. Una vez te acercabas a los arrecifes, cientos de peces de colores danzaban a nuestro alrededor. Azules, morados, amarillos, naranjas, rojos, negros y blancos. Todo un desfile delante de nuestros ojos. Como un mundo multicolor.

Habibi, navegando Whitsundays

Como una cuna
mecida por la gran madre,
el techo, de estrellas,
de lámpara, la luna
refleja adorable
sus montañas y valles,
y dibujan
esmeraldas y brillantes,
sobre un agua pura
de azules turquesas.

A las nubes embruja,
juega con peces y corales,
las gaviotas le revolotean,
mientras, la espuma
envuelta en sales,
recorre playas interminables,
y la bruma
acaricia su cubierta
con la ternura
de lágrimas de padre.

Un detalle curioso es que no todo el mundo en el barco había buceado así que antes asistimos a una clase en ingles de buceo.

Igualmente hay una gran cantidad de medusas por toda la costa de arrecifes de coral, por todos los kilómetros de costa, y es por ello que siempre, incluso en la famosa playa, teníamos que llevar neoprenos al meternos al agua, le quita romanticismo al momento, pero todo mejor que una picadura de medusa.

Para lo que no estábamos preparados era para los “Bed Bugs”. Al principio no sabíamos que era cuando lo leímos en el documento que nos dan antes de entrar en el barco, pero después nos quedo clarísimo. Se trata de pulgas. Resulta que esta zona de Australia, según ellos por el clima tropical, tienen grandes problemas con las pulgas. Y nuestro barco, para seguir con la racha, también. Total que acabamos, en realidad a Juanlu no le atacaron mucho, plagados de picaduras de pulgas después de dos noches en el barco. Es curioso porque se supone que estamos en el llamado “Primer mundo” pero nos llevamos el recuerdo de más de 50 picaduras de pulgas.

La travesía fue maravillosa pero de nuevo lo mejor de todo fue la compañía. En este caso de dos israelitas con los que hicimos piña. Fue alucinante la relación que tuvimos con ellos ya que pudimos por fin charlar con un israelita sobre la situación en su país y las actuaciones que el mismo emprende. Estos dos chicos acaban de salir de sus tres años obligatorios en el ejército, y como no podía ser de otra forma después de ello estaban un poco locos. Y la vez muy cuerdos. Fueron maravillosas las veladas que pasamos con ellos charlando y dándonos cuenta de todo lo que tenemos en común. Israel es un país muy joven y todos los de allí son de multitud de lugares diferentes. Uno era de padres marroquís, y el otro de la República Checa y marroquí. Tan diferentes las realidades y las culturas pero tan cerca estuvieron nuestras raíces. Nos hablaron de cómo en Israel conviven gentes de todas las religiones y divagamos sobre el porqué y la difícil solución ante el problema con Palestina. La verdad es que nos dejan con muchas ganas de conocer este país, quién sabe si terminaremos visitándolo en nuestro periplo.


La segunda noche la pasamos entre dos islas, siendo una de ellas la más cara de la zona, pero no teníamos nada que envidiarles. Con el agua como un plato y la luna iluminándonos disfrutamos de una divertidísima noche.

Todo esto puede parecer genial, y la verdad es que lo es pero en paralelo tenemos muchas situaciones a las que no terminamos de adaptarnos. El cambio de realidad está siendo difícil. Australia, lejos de ser la salvaje que todos nos imaginamos, está completamente preparada para cualquier cosa que quieras hacer, siempre pagando por ello una considerable suma de dinero. Es realmente cara, y aunque sus atractivos son muchos y realmente bellos, no termina de encantarnos. Estamos metidos en una corriente de “turistas mochileros” (casi todos jovencitos que viene a emborracharse, la mayoría ingleses con sus gritos y excentricidades que tan nerviosos nos ponen) que vamos todos por el carril establecido. Sin posibilidad a la improvisación, ya que cualquier alternativa es realmente cara. La verdad es que vernos metidos en este aluvión, en esta corriente, no es lo que queríamos. Pero el error es nuestro, ya que en vez de habernos alquilado o comprado una furgoneta, como aquí hace mucha gente, hemos ido contratando los viajes. La lección ya la tenemos aprendida para la próxima vez que queramos pasearnos por estas tierras, que será seguro dentro de mucho. Con nosotros no va este tipo de turismo. Ya que es eso, turismo, y sólo turismo. Y en realidad, y como todos sabéis buscamos algo más que hacernos una foto en el lugar. Aquí hay gente a la que le hablas sobre Australia y ni siquiera saben que fue colonizada por Inglaterra, y mira que está clarito.

También nos seguimos encontrando con animales deambulando por las ciudades a los que no estamos nada acostumbrados. Como unos loros de cresta amarilla o unos enormes murciélagos.

Por último tenemos a los australianos, que son tremendamente atentos y educados, con las ciudades super limpias y todo super bien montado, iluminado, preparado y regulado. Todo está establecido. Muy ingleses. No vemos a los australianos aborígenas por ningún lado. Sólo hay gente de fuera. Te encuentras algo de cultura aborígena en los resorts montados para que tras pagar una entrada, los turistas puedan ver un espectáculo. Al menos esta es la imagen que nos llevamos por la zona del país que hemos visitado. Vamos a ver que nos depara el resto. Pero esta es parte de otra historia.

Leyendo a Herman Hesse

Las mismas preguntas se repiten
en todas las personas,
en todos los idiomas.
Permanecen, en el tiempo, impasibles,
como luces en la sombra
adictas a los labios que las tocan.
Y las respuestas son predecibles,
hay quien busca las otras,
las que se aprenden de las derrotas.

Muchos besos a todos.

Cris y Juanlu
Massaleros Vuelta al Mundo