
Hanoi nos sorprendió con sus cientos de vendedores en bicis, con los gorritos de palmera en forma de cono llamados “Noh” o algo así, y sus mascarillas (aquí casi todo el mundo usa mascarillas), o con los palos sustentando a modo de balanza las mercancías de todo tipo en un ir y venir constante, dando un tono electrizante. Su barrio antiguo te hipnotiza por sus mercados de pescado vivo en palanganas, o fruta, zapatos, sedas de cientos de colores.

Cualquier esquina sirve como terraza de restaurante, con pequeñas sillas de plástico que hacen de asiento o de mesa. Nada más sentarte la cerveza Bia Hoy (Cerveza de Barril) te es servida bien fresquita, pero pedir algo de comer resulta sumamente complicado ya que en pocos sitios tienen carta o ésta está tan sólo en Vietnamita. El calor es sofocante y la humedad hace que el sudor no pare de correr por la piel.

Cruzar la calle es un acto de gran riesgo y es que no existen los pasos de peatones, y aunque en algunas ocasiones los hayamos visto dibujados en el suelo, esto no quiere decir que existan, ya que nadie los ve. Las motos y los coches van a toda pastilla aprovechando cualquier recoveco para poder continuar su camino, y lejos de montarse atascos, el tráfico es muy fluido pero tremendamente alocado. Y es en medio de todo ello donde te tienes que aventurar a cruzar la calle. Hubo ocasiones en las que por propio instinto nos acercamos a algún paso de peatones mientras continuábamos con nuestras conversaciones y seguíamos hablando esperando que en algún momento, cuando el semáforo se pusiera en rojo el tráfico se parara. Pero esto nunca ocurría. Avanzabas a pocos pasos pasándote los coches y las motos por todos lados (aquí es de los sitios en los que más motos hemos visto en circulación). Nadie se para porque haya un peatón, te conviertes en parte del tráfico del lugar, nada más.

El nuevo equipo está emocionado por ver cada pequeño detalle de esta ciudad, entre sonrisas y ya con el gorro vietnamita en nuestras cabezas seguimos desentrañando lo que Hanoi nos podía dar. Es entonces cuando Ama nos lleva hacia el teatro de las marionetas de agua. Las figuras de al menos 30 centímetros con vivos colores hacen representaciones de la vida cotidiana labrando o pescando. Dragones expulsando fuego por la boca hacen su aparición dando un toque fantástico. Instrumentos musicales jamás visto daban musicalidad al momento y mujeres cantando ponían voces a las marionetas. Cuentan que estas representaciones se daban en la vera de los ríos, y que las técnicas eran transmitidas de padres a hijos, ya que las hijas podían casarse con alguno de otra aldea y no querían que tan apreciado tesoro fuera súbitamente robado. La verdad es que pese a lo bello del momento el cansancio empezaba a hacerse notar entre nosotros, ya que alguno dio alguna que otra cabezada.


Al día siguiente seguimos con nuestra ruta por la ciudad viendo a barberos que hacíam ede cualquier muro su barbería, o gente que ofrecía arreglarte los zapatos en un paso de peatones. Calles enteras destinadas al arreglo de maquinas de coser, u otras con todo tipo de arreglos de llaves.

Pero nuestro destino fue el de ver el mausoleo de Ho Chi Min, emblemático héroe de la nación, y fundador del comunismo en este país, que es más bien capitalista que comunista, aunque aún hoy en día no se pueda dar opinión política al respecto, eso es lo único que queda del comunismo, junto con la bandera roja. Para ello cogimos unas Moto-Taxis, dos para ser exactos, Ama y Jose iban en una con el conductor y nosotros en otra. Es decir, que si hacemos los cálculos íbamos tres en cada moto, pero es que aquí te puedes llegar a ver hasta cinco en una misma moto, de locos. Tuvimos la suerte de ver el famoso cambio de guardia, y los silbatos sonaban en cuanto que te acercabas más de la cuenta a la nacional bandera del País.


El siguiente punto de parada fue el Templo del Pilar Único, llamado así por que en teoría lo sustenta un único pilar, pero la verdad es que no pudimos apreciar nada por el estilo. Aquí fue cuando percibimos el parecido con la arquitectura China en este país, y no podía ser de otra forma tras tantos años de ocupación China. Aprovechamos para hacer nuestras ofrendas y sentir algo más de esta religión mezcla del Budismo, Confucianismo y Kantonismo. Extraño verdad.

Para seguir con la línea del viaje quisimos visitar un proyecto social que esta materializado en un restaurante llamado KOTO. Todos los años sacan al menos a 30 niños de la calle y los forman durante dos años en inglés y hostelería, dándoles la posibilidad de tener un oficio en la vida. Llevan más de 10 años desarrollando este tipo de trabajo social y todos los beneficios del lugar son usados para este fin.

Hay una cruce de calles, Bia Hoi Corner, que nos encantó, en el barrio antiguo y por ello quisimos repetir al día siguiente. En él te mezclas con la ciudad pasando desapercibidos y pudiendo ser parte de la masa de gente que por aquí se mueve. También por lo barato de las cervezas (3.000 Dong o lo que podría ser 15 céntimos de euro). Desde aquí las horas se pasan mientras observas cualquier pequeño detalle de los cientos que configuran la intersección, con su cultura y sus gentes, con sus comportamientos sociales que tan extraños se nos hacen.

cuatro esquinas,
cuatro bares.
De terraza, varias sillas
y taburetes de plástico
que lo llenan de vida.
Autentico, sencillo, mágico,
las cervezas más baratas
del Hanoi enigmático.
Tendidas e intensas charlas
bajo una asfixiante humedad,
que las hace aún más largas.
Teorías de relatividad,
humo en tránsito,
continuo goteo de humanidad.
Las horas pasan rápido,
para la famosa intersección,
carente de días sabáticos.

En estos días de nuevo tuvimos una nueva baja, en este caso fue la cámara pequeña de fotos, que nos fue hurtada, posiblemente por un motorista carterista, en algún punto de las transitadas calles. También tenemos que hacer especial mención a los Nem, rollitos de primavera, que enseguida se convirtieron en la comida preferida de todo el equipo. Uhhh que ricos que están.

La Bahía de Halong fue nuestro siguiente destino y para ello contratamos una excursión para pasar una noche en un barco. Conforme nos íbamos metiendo en el enjambre de islas de roca caliza totalmente envueltas en una exuberante vegetación alucinábamos más y más. El agua, pese a ser mar es un total plato que más se acerca a un lago, creando maravillosos reflejos sobre los que navegan los Thung Chai (barcas locales tiradas por remos, que podrían parecerse a cestos muy grandes). Pescadores haciendo sus labores y pueblos flotantes son los pobladores de estas zonas. Las velas como las hemos visto cientos de veces en las películas decoran el lugar dándole aun más magia si cabe.

Halong Bay
Son hormigas gigantes
en un mar de plato,
caliente, salado,
electrificante.
Saltan de los barcos
burbujas chispeantes,
se transforman en fugaces
buceando en el lago.
Cueva de luces,
misterios y embrujes,
piratas del pasado,
irreal decorado,
parece sacado
de los sueños de las nubes.

Tras una visita a una gran cueva y una zambullida en el mar, después de un asfixiante día, nos hizo ver lo caliente que estaba el agua. En cuanto el barco paró las Thung Chai con sus vendedores se acercaban ofreciendo desde cerveza a unas Oreo, y es que son verdaderas tiendecitas ambulantes.



Observar la vida semi-acuática de las gentes de este lugar no deja de sorprender, lo mires por donde lo mires. Y es que en las casas tienen como pequeñas piscifactorías, con lo que van pescando de forma que siempre tienen al alcance de la mano pescado y todo tipo de marisco (incluidas cigalas) fresco. Nos dejaron en la isla de Cat Ba, la más grande todo Halong Bay y lugar en el que se encuentra el famoso parque natural, donde pasamos la noche, cenando en un restaurante flotante, y disfrutando de un tranquilo día.

Han pasado muy rápido estos días, y de nuevo han estado plagados de preciosos momentos, intensas y místicas conversaciones, dándole sentido a la vida, risas y mucho cariño. Muchas gracias por compartir con nosotros estos momentos y por supuesto por traernos esas fabes que nos harán las delicias en algún lugar del mundo. Con el telón de fondo un Vietnam que nos deja muy buen sabor de boca, y dispuestos a salir de nuevo hacia Tailandia, donde nos espera el próximo embarque massalero de altura, pero chicos de nuevo todo esto será parte de otra historia.
